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El Mercader de Venecia (2004): Los problemas del Dinero y el Amor


Adaptación del drama homónimo de William Shakespeare. Indudablemente Shakespeare es el más grande y conocido de los escritores británicos, algo así como Miguel de Cervantes Saavedra para el idioma español, aunque debe reconocerse que la obra del inglés es mucho más prolífica.

Esta obra, nos presenta la difícil situación social de los judíos en la Venecia de 1598, aislados en el gueto y despreciados por una mayoría cristiana, que a la vez los necesitan para mantener la economía local, a través del sistema de préstamos con intereses que ellos mismos, tienen prohibido implementar.

Antonio (Jeremy Irons) acepta dinero prestado de Shylock (Al Pacino) para ayudar a su joven y arruinado amigo Bassanio (Joseph Fiennes) a conquistar la mano de la bella Porcia (Lynn Collins).

Al no devolvérsele el préstamo, Shylock reclama que se le pague de vuelta con una libra de carne del propio Antonio. 

Con desespero, Bassanio trata de evitar este destino reservado a su amigo, pero la ayuda sobreviene de forma milagrosa de alguien inesperado.

La obra encierra una serie de historias entrelazadas y juegos del amor. También muestra el paso de la sociedad feudal a la sociedad burguesa y la creación de los primeros bancos.
La imagen que se ofrece de los judíos es tremenda y negativa. 

En una época donde Venecia era la capital mundial, los judíos estaban recluidos en ghettos sin ningún privilegio, éstos fueron relegados a sobrevivir, a base de prestar su dinero y recobrarlo con impuestos; recibiendo el denigrante adjetivo de usureros.

Shylock es un viejo judío avaro, pero en su interior yace la tristeza de un hombre herido por las marginaciones del racismo.

La película es aceptable y se deja ver. Tiene aspectos muy positivos a destacar. 
La interpretación de Pacino y Jeremy Irons me parece muy buena; la fotografía con las imagenes de Venecia y el vestuario y la ambientación de la época, en general es notable.

Aunque cuente con escenas un poco flojas en intensidad, y un final en cierto modo precipitado (muy típico en obras de teatro de esta época), hay que decir que no decepciona.

Igualmente, los espectadores no acostumbrados a visionar películas “teatrales” por decirlo así, puede que les resulte una obra fría, densa y algo aburrida, al trasladar la forma de expresarse y el idioma de la época.

A pesar de ser una obra de Shakespeare, tras verla, uno puede ver que el mundo no ha cambiado tanto como imagina en cierto modo, y los temas que trata son atemporales.


Y es que al igual que en la novela y la película, hoy en día, también las deudas de una persona pueden acabar con la vida de ella.






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