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Un Puente Lejano (1977): Estrategia Militar




En septiembre de 1944, alentados por el éxito de la invasión de Normandía, los aliados emprendieron con determinación la operación "Market Garden", un arriesgado plan para poner fin lo antes posible a la guerra, invadiendo Alemania y destruyendo la industria bélica de Hitler. La clave era conquistar varios puentes por los que pasarían las tropas.

No obstante, las estrategias en el campo de batalla, combinadas con los errores del servicio de información, la mala suerte y las pésimas condiciones climáticas condujeron la operación a un desenlace inesperado.

Interesante película que recrea uno de los mayores fiascos de las tropas aliadas en Europa, debido a la pésima planificación de la operación.

La película en sí, dentro del género de cine bélico, resulta atrayente al aficionado a éste género, y permite adentrarse en los entresijos de aquel episodio. 

Pero esa minuciosidad en el relato, acaba por malograr progresivamente el interés inicial.

El espectador debe cada vez hacer mayores esfuerzos por "resituar" escenarios, tropas, personajes -a pesar de los títulos orientativos- y en ese maremagnum de divisiones, emblemas, uniformes, armamento, graduaciones, etc. al final no se sabe muy bien quién es quién.  

Lo que acaba por crear cansancio, de un modo un tanto prematuro.

Resulta llamativo el elenco de actores, un auténtico desfile de famosos, actuando en los ejércitos de sus respectivas nacionalidades; sin embargo no acaban de transmitir más credibilidad al film, y parece casi como si fuera una especie de "autohomenaje" que ellos mismos se dan al recrear esa contienda, en el nombre de sus propios países.

Esta película es un buen producto del género bélico, pero no tuvo éxito porque cuenta la historia de una de las batallas de la II Guerra Mundial, donde las fuerzas aliadas de los "buenos" fueron notoriamente derrotadas por los alemanes o "los malos", y claro está, todo el mundo sabe que esa guerra (a pesar de esta fallida batalla concreta) la terminaron ganando los primeros y perdiéndola los segundos.

Además, el público occidental cuando va al cine, está acostumbrado a ver en cómo los alemanes son los humillados y derrotados no al contrario.

Con lo cual obviamente esta película, fiel a la realidad histórica de una derrota, tenía todas las de perder en taquilla.

La sensación final que me queda es que si se enfoca como documental, no es preciso tal aglomeración de genios y, si no es así, la trama se me queda corta. 

Supongo que dependerá de gustos, como documental me parece muy bueno, pero como película, la veo vacía de contenido, y llegó a costarme seguirla.

Sea como fuere, es un film que muestra como, cuando hay demasiados jefes al frente de cualquier empresa, y todos pugnando entre ellos por ver quien sale más guapo en la foto, el objetivo fracasa o si se lleva a cabo es al final de muchos costes y pérdidas de todo tipo.




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Adivina quien viene esta noche (1967): Desterrando Prejuicios




Una joven de familia acomodada lleva a casa, para presentárselo a sus padres, a su novio, un médico negro con el que tiene la intención de casarse. A pesar de ser personas de ideas liberales, sus padres se sienten muy confundidos, especialmente el padre, que teme que un matrimonio semejante, no traiga más que problemas a su hija.

Esta entretenida “dramedia” (comedia dramática), cuenta con un reparto de primera línea, que hace de esta dura situación de desigualdad racial, una amena ocasión para repasar este gran clásico del cine. Y a la vez, nos permite asomarnos a la ventana del tiempo, para ver cómo somos los propios seres humanos, los que nos ponemos barreras y nos separamos los unos de los otros.

Esta película se realizó en el año 1967, un año antes del asesinato de Martin Luther King. La sociedad estadounidense estaba debatiendo el concepto de libertad, y se estaba iniciando el camino para que los negros, tuvieran las mismas oportunidades que los blancos.

Sin embargo, había sectores muy reacios a ese cambio: por ejemplo en esa época la ley prohibía matrimonios mixtos en 14 estados. La película, por tanto, supuso un canto a libertad, que trataba de abrirse paso entre todas esas mentes cerradas.

En esta película, da igual que los novios se sacaran 14 años, da igual las diferencias entre las clases sociales entre ambas familias; curiosamente lo único importante, parecía ser, es que eran de diferente color.

Hoy en día, las tornas han cambiado. Las relaciones tanto profesionales, como de amistad, o amorosas entre miembros de distintas razas están mucho más normalizadas. Sin embargo, pocos padres querrían que sus hijos se casaran con alguien de distinto color. Eso es lo que hace que, aunque anticuada, esta película siga viva de alguna manera, a pesar de todos los años que han transcurrido, desde su primera proyección.

Es interesante reflexionar como las diferencias que siguen existiendo (ya no sólo las de origen racial) desaparecerán en el momento en el que, seamos conscientes de atender a lo que nos une a todos, antes de atemorizarnos con lo que nos diferencia. Ello podría evitar, que nuestras estúpidas normas sociales, dejen de dañarnos a todos.

La sencillez con la que el director Stanley Kramer, hace que veamos que todos somos iguales, es digna de elogiar. 

No aborda la temática de forma dramática, sino que la aborda de una forma digamos seria y elegante; pero con un toque cómico que provoca que en momentos puntuales, se nos escape alguna sonrisa, y presenciemos un drama con golpes cómicos con todas las letras.

Lejos de su discurso de solidaridad, de moralina, lo que sobresale del film es la interpretación de los actores, con un joven Sidney Poitier, interpretando al futuro yerno y novio de la chica.

Pero si por algo los amantes del cine destacamos este film, es por ver de nuevo la presencia de Katharine Hepburn y en especial, a Spencer Tracy de nuevo magistral, en su última actuación antes de fallecer. 

Verles juntos, deja constancia de que son posiblemente, una de las mejores parejas de cine.

En definitiva, hablamos de un clásico que se compenetra con el espectador en todo momento; por contar con un extraordinario elenco, y por decir no al racismo de una forma elegante, simpática y con diálogos hábiles.




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Dulce pájaro de juventud (1962): Aspiraciones frustradas


Un fracasado aspirante a actor regresa a su ciudad natal, convertido en el gigoló de una estrella en declive, que promete introducirlo en el mundo del cine. Pero lo que realmente desea, es recuperar el amor de su antigua novia, la hija del cacique local.

El director Richard Brooks, quien cuatro años atrás había alcanzado un enorme éxito con “Una gata sobre el tejado de zinc caliente”, decide adaptar una nueva obra del celebrado dramaturgo Tennessee Williams, en la que deja al descubierto a esa sociedad ampulosa, hipócrita y ambiciosa, capaz de sacudirse toda suerte de escrúpulos para alcanzar el poder.

La historia atrapa desde el principio, donde se nos presenta a un joven chico que sueña con ser una estrella, y que desea dejar de lado esa vida mediocre y pobre, que ha tenido en su pueblo.

Solo sueña con tener dinero para poder estar con su novia; una chica que tiene un padre soberbio que aspira a gobernar el estado, y que no acepta al novio.

Así que este joven, se ayudará de una famosa actriz alcohólica y quedada en el olvido, para poder conseguir el pasaporte a la fama, y a la vez, a la chica que tanto quiere.

Un elenco espectacular encabezado por Paul Newman y Geraldine Page, son los que nos adentran en este pueblo, donde existe un pasado horrible en cada personaje, y que influye en el presente de todos.

Paul Newman aparece atractivo, fanfarrón y seductor, pero tras esa fachada, podemos sentir lástima por él, un ser frustrado por no alcanzar sus metas en la vida.

Geraldine Page no se queda atrás con su genial interpretación de una gran estrella de cine, con rumbo hacia un próximo olvido, en dónde busca el amor fuera de las pantallas o más que amor, el consuelo de un abrazo. Hay una gran dependencia por parte de cada uno de los dos protagonistas, el uno hace uso del otro según conveniencia.

Situaciones llenas de mentiras y traiciones hacen que estos personajes se jueguen más que su dignidad; y que tiemblen los pilares construidos a lo largo de su vida.

Es cierto que Richard Brooks toca muchos temas de interés, pero lo hace sin demasiada convicción y eso que algunos de ellos son bastante fuertes como el consumo de drogas, la prostitución masculina y otras más.

Me pregunto si la censura de la época en países como España (se estrenó en 1963) o Portugal (en 1962) eludiría estas espinosas cuestiones o lo dejaría pasar tal cual.

Sea como fuere, lo peor es que el rumbo que toman los acontecimientos, a medida que se desarrolla la historia, termina siendo algo tonto, al menos para éste que escribe.

El filme también nos muestra, cuán difícil es el aceptar el fracaso de no lograr las metas, el ser discriminado por la condición social, y el ser víctima de los encubrimientos y las influencias de los poderosos.

Estos últimos, son quienes dominan con su dinero las voluntades de los demás, y deciden los futuros de terceros en cuestión.

Todo ello se da en el marco de una sociedad sureña donde importan las apariencias y en donde se discrimina a todo aquel que no sintonice con la mentalidad retrógrada del lugar.

Película notable sin ser perfecta que aunque ha sido eclipsada por otras cintas de Paul Newman, es recomendable para, conocer gracias al cine la figura de Tenesse Williams; a pesar de que probablemente las adaptaciones de sus obras, estén más edulcoradas de la cuenta, para contentar a la todopoderosa Hollywood.





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Noche de Estreno (1977): Cuando realidad y ficción se confunden



Myrtle Gordon es una actriz de Broadway que se mete demasiado a fondo en la piel de sus personajes, con lo que eso supone de desgaste personal. Está ensayando una obra en la que encarna a una mujer, que se niega a admitir que está envejeciendo.

Tras ser testigo de la trágica muerte de una de sus fieles seguidoras, tendrá que enfrentarse al laberinto en que se ha convertido su vida personal y profesional.
Ambientada en el mundo del teatro, “Noche de estreno” retrata a una actriz de mediana edad, y los problemas que le causa interpretar en una obra de teatro el papel de una mujer, mayor de la edad que le gustaría admitir que va teniendo.

Lo que además se complica cuando una noche, al salir del teatro, ve cómo una aficionada suya que le pedía un autógrafo muere atropellada mientras corría siguiendo su coche bajo la lluvia.

¿Les suena esto último? Pedro Almodóvar homenajeó este pasaje casi al completo en otra película suya, Todo sobre mi madre. 

El temor al paso del tiempo sumerge a la actriz en una crisis de autoestima, que por otra parte se niega a reconocer, y a la que se suma una peculiarísima crisis de identidad, cuando empieza a ver o imaginar en ocasiones a la chica atropellada, con la que tiene conversaciones y encuentros que sólo ella percibe.

En realidad, ya con esto he explicado más de lo que explica Cassavetes, que se limita a mostrar pero sin dar explicaciones que ayuden a entrar en la psicología de los personajes.

Era su proceder habitual en sus películas que, suelen exigir al espectador que se mantenga activo y ponga de su parte, so pena de sentirse excluido y desentenderse del devenir de los personajes. 

El conflicto que se plantea es saber hasta que punto las circunstancias personales de esta mujer van a afectar su trabajo. El contexto es el teatro norteamericano de los 60, medio del que surgió su director, pero al centrar la historia en el personaje de una alcohólica, el tema es la autodestrucción.

La actriz se niega a representar al personaje que se le pide, o a representarlo del modo en que se le pide, se enfrenta con la autora de la obra, con el director, con otros actores.

Mientras su sentido de la realidad se diluye parcialmente, y se enfrenta a las apariciones de la chica atropellada como una desesperada y patética corporeización de sus neuras y miedos. 

Digamos que es hipnótica y absorbente. Desde luego es diferente y al principio, un tanto rara. 

Al inicio no sabía muy bien qué estaba pasando pero luego el film te absorbe hasta el final, quitando algunos momentos en los que decae. 

Me dio muchas veces la sensación de que Cassavetes no quería contarnos lo que estaba pasando si no simplemente nos lo mostraba y nosotros teníamos que sacar nuestras propias conclusiones.

Esta tares es más fácil si ves que la actriz principal, Gena Rowlands, hace un papel absolutamente asombroso y espectacular.





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Las Zapatillas Rojas (1948): La Magia del Ballet



Película basada en el cuento de Hans Christian Andersen “The Red Shoes”. Una historia sobre el mundo del ballet y el esfuerzo de una joven talentosa por ser alguien en esa disciplina.
Como núcleo de la historia está la representación del ballet "Las zapatillas rojas", que forma paralelismo con la vivencia de la protagonista, estimulada tenazmente por el empresario y jefe de la compañía. Surge el amor con un joven compositor y cambia el desarrollo, hasta ese momento exitoso, de los acontecimientos. Asoman los celos y se rompe el hechizo profesional.

Sin embargo, poco a poco la película me ha ido cautivando por su simbolismo, su romanticismo y su fino sentido del humor. Y al llegar al número central de ballet, me ha ganado sin remedio.

La verdad, he tenido esa mágica y única sensación de estar viendo algo muy grande. No quería que acabase.


He visto “Las zapatillas rojas” con la curiosidad de quien se enfrenta a un clásico alabado por muchos críticos. Y, la verdad, al principio no me estaba entusiasmando.

El tratamiento de la historia me ha parecido artificioso y el argumento es muy plano. Además, el luminoso technicolor de los años 40 le da a la película un aire impostado, como de opereta, que no ayuda nada.

Vista ahora, uno entiende que “Las zapatillas rojas” tuvo que significar toda una revolución en el género del musical. Es una película hecha fuera de Hollywood, que sin embargo debió de influir decisivamente en el cine americano de los 50.

Supongo que obras como “Un día en Nueva York” o “Cantando bajo la lluvia” no habrían sido lo mismo sin el precedente de este film. 

Los directores Michael Powell y Emeric Pressburger, aportan una manera nueva de integrar los números en la propia trama, enriqueciéndola y dándole un sentido más onírico.

El número central de “Las zapatillas rojas” no se limita a mostrar las dotes de la protagonista, ni la actuación que significa su triunfo artístico, sino que también es la plasmación de sus propios sueños.

Con ello, la película gana en riqueza, es como si los números musicales aportasen una nueva dimensión a la historia. 

La tópica historia del triángulo amoroso y de los sacrificios de la fama, gana en matices gracias a unas meras zapatillas.

Sin embargo, el argumento adolece de ciertos prejuicios machistas. La protagonista se ve obligada a elegir entre el amor y el trabajo, sin punto intermedio alguno; algo que todos los protagonistas dan por bueno y que le exigen una decisión al respecto, rotunda y definitiva. 

El apartado interpretativo es correcto, quedando difuminado por el esplendor y plasticidad del envolvente diseño artístico.

Destacar sobre los demás a Anton Walbrook, como el empresario firme, obsesivo y celoso de su propia obra, como un Pigmalion que ha perdido su musa, en manos del amor terrenal. También destacar la ingenua belleza de una debutante Moira Shearer, que nos apabulla con su actuación en los números musicales.

Así pues, una buena película que sentaría las bases sobre ballet musical, pues muchas películas posteriores sobre este tema, contendrían muchas de las ideas expuestas en “Las Zapatillas Rojas”.




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