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Quo Vadis (1951): Cuando Roma dominaba el mundo.



Cuando regresa victoriosamente a Roma, después de tres años en el campo de batalla, el general Marco Vinicio se enamora de Ligia. Pero ella es cristiana y sus creencias le impiden enamorarse de un guerrero.

Aunque fue adoptada por un general retirado, jurídicamente es un rehén de Roma, de modo que Marco consigue sin dificultad, que el emperador Nerón se la ceda en pago por sus servicios.

La industria ha hecho películas religiosas desde los comienzos del cine, con mayor y menor acierto. Dado que la fe es competencia del propio individuo, es preferible juzgar este género por su valor histórico que por su valor religioso.

En 1951 la MGM lanza esta superproducción, que fue un gran éxito de taquilla, y, aunque hoy no se crea, también de crítica. Ya sabemos que la crítica actual usualmente trata con cierto desprecio a este tipo de films.

Sin embargo, centrándonos en la época, Quo Vadis fue la pionera de otras grandes obras épicas que para mí la superaron, y llegaron después: Los diez mandamientos, Ben Hur, Sansón y Dalila, Demetrio y los Gladiadores…

Quo Vadis es una película literaria mezclada con hechos reales, todo ello pasado por el filtro Hollywoodiense. 

Tiene como elemento definidor común, el ofrecer una imagen romántica de un cristianismo idealizado, encarnado en la Roma «de los mártires y de las catacumbas», cuyos valores morales terminan por imponerse, regenerando así a la corrompida sociedad, de la Roma pagana.

Otro tema sutilmente introducido es el de la persecución de los cristianos, con claros paralelismos con la persecución de judios recientemente sufridas por los nazis (cristiano = judio, romano = soldado alemán), lo que puede explicar como es posible que unos cineastas judíos, realicen tal exaltación de la persecución cristiana. 

La película tiene un ingenioso y, pese a las casi tres horas de duración, entretenido guión. Hollywood no reparó en gastos en adaptar la novela histórica del polaco Henrich Sienkiewicz, que narra los amores de un romano y una cristiana, con una recreación de la Roma antes y después, de ser incendiada por un soberbio Peter Ustinov en su recreación del emperador Nerón (y que obtuvo su nominación al Óscar).

Aunque la película cuenta con las actuaciones de Robert Taylor y la bella Deborah Keer, quién más destaca es éste personaje. 

Enfermizo y entregado a la comodidad de sus más excéntricos como aborrecibles placeres, que consistían en componer canciones y organizar banquetes, con el fin de ser escuchado por sus más fieles servidores.

Aun con sus fallos, propios del cine de la época, como la introducción con calzador de subtramas amorosas vanas y prescindibles, Quo Vadis es un intento más que digno de indagar en el misterio, por otra parte insondable, de la expansión del cristianismo.

Se trata de un film que es puro entretenimiento y aunque lo hemos visto múltiples veces aprovechando la Semana Santa, y el tiempo ha maltratado sobretodo su timorato mensaje pro-cristiano (o era judio?) convendría revisitarlo una vez más.

Así podremos admirar el glamour de una época ya lejana y no lo suficientemente recordada, sobretodo porque contribuyó a poner en imágenes la época romana, y poco importa que sea verdadera o no. Por algo le llaman a Hollywood la fábrica de los sueños, ¿verdad?





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