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Las Zapatillas Rojas (1948): La Magia del Ballet



Película basada en el cuento de Hans Christian Andersen “The Red Shoes”. Una historia sobre el mundo del ballet y el esfuerzo de una joven talentosa por ser alguien en esa disciplina.
Como núcleo de la historia está la representación del ballet "Las zapatillas rojas", que forma paralelismo con la vivencia de la protagonista, estimulada tenazmente por el empresario y jefe de la compañía. Surge el amor con un joven compositor y cambia el desarrollo, hasta ese momento exitoso, de los acontecimientos. Asoman los celos y se rompe el hechizo profesional.

Sin embargo, poco a poco la película me ha ido cautivando por su simbolismo, su romanticismo y su fino sentido del humor. Y al llegar al número central de ballet, me ha ganado sin remedio.

La verdad, he tenido esa mágica y única sensación de estar viendo algo muy grande. No quería que acabase.


He visto “Las zapatillas rojas” con la curiosidad de quien se enfrenta a un clásico alabado por muchos críticos. Y, la verdad, al principio no me estaba entusiasmando.

El tratamiento de la historia me ha parecido artificioso y el argumento es muy plano. Además, el luminoso technicolor de los años 40 le da a la película un aire impostado, como de opereta, que no ayuda nada.

Vista ahora, uno entiende que “Las zapatillas rojas” tuvo que significar toda una revolución en el género del musical. Es una película hecha fuera de Hollywood, que sin embargo debió de influir decisivamente en el cine americano de los 50.

Supongo que obras como “Un día en Nueva York” o “Cantando bajo la lluvia” no habrían sido lo mismo sin el precedente de este film. 

Los directores Michael Powell y Emeric Pressburger, aportan una manera nueva de integrar los números en la propia trama, enriqueciéndola y dándole un sentido más onírico.

El número central de “Las zapatillas rojas” no se limita a mostrar las dotes de la protagonista, ni la actuación que significa su triunfo artístico, sino que también es la plasmación de sus propios sueños.

Con ello, la película gana en riqueza, es como si los números musicales aportasen una nueva dimensión a la historia. 

La tópica historia del triángulo amoroso y de los sacrificios de la fama, gana en matices gracias a unas meras zapatillas.

Sin embargo, el argumento adolece de ciertos prejuicios machistas. La protagonista se ve obligada a elegir entre el amor y el trabajo, sin punto intermedio alguno; algo que todos los protagonistas dan por bueno y que le exigen una decisión al respecto, rotunda y definitiva. 

El apartado interpretativo es correcto, quedando difuminado por el esplendor y plasticidad del envolvente diseño artístico.

Destacar sobre los demás a Anton Walbrook, como el empresario firme, obsesivo y celoso de su propia obra, como un Pigmalion que ha perdido su musa, en manos del amor terrenal. También destacar la ingenua belleza de una debutante Moira Shearer, que nos apabulla con su actuación en los números musicales.

Así pues, una buena película que sentaría las bases sobre ballet musical, pues muchas películas posteriores sobre este tema, contendrían muchas de las ideas expuestas en “Las Zapatillas Rojas”.




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