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Big Fish (2003): Una vida en un cuento



William Bloom (Billy Crudup) no tiene muy buena relación con su padre (Albert Finney), pero tras enterarse de que padece una enfermedad terminal, regresa a su hogar para estar a su lado en sus últimos momentos.

Una vez más, William se verá obligado a escucharlo mientras cuenta las interminables historias de su juventud.

Pero, en esta ocasión, tratará de averiguar cosas que le permitan conocer mejor a su padre, aunque para ello tendrá que separar claramente realidad y fantasía, elementos que aparecen siempre mezclados en los relatos de su progenitor. 

Película que sorprendió no solo por ser mejor de lo que se esperaba, ni tampoco por no tener a Johnny Depp como protagonista, sino por el cambio de estilo tan radical que realizó Tim Burton, quien nos tenía acostumbrados a dirigir o Beetlejuice.

Big Fish es fantasía en estado puro, las fantasías de un soñador: Edward Bloom y narra la historia de un contador de cuentos que parecen tener vocación de mitos o leyendas.

Entre ellas, está la de ese gran pescado que es como una gran metáfora de los anhelos albergados, en esas historias y en su propia vida se confunde la ilusión con la realidad, las experiencias vividas con las soñadas...

Que es la vida si no un cuento, un cuento que hay que disfrutarlo y vivirlo como tu quieras, de la manera que a ti te guste. Tú tienes que dibujar tu vida, hacerla. Que mejor vida la de un cuenta cuentos que la de vivir en uno. En un cuento mágico, en la vida que Edward vivió, quizás no fue exactamente así, pero así es como el la vio.

Big Fish es un canto al optimismo, logrado a través de la fantasía, la cual embellece la realidad, pero sin llegar nunca a perderse en ella y quedar a la deriva.

El reparto es acertado y convincente, yo soy un incondicional de Ewan McGregor, un actor que además de sensualidad exhala una ternura incuestionable. 

Tim Burton rescata, además, a un veterano Albert Finney impecable, a una dulce Jessica Lange y a un correcto Crudup. Geniales apariciones fugaces de los actores Danny DeVito -con sorpresa incluida-, Steve Buscemi, y de Helena Bonham Carter.

Edward Bloom, bajo mi humilde opinión, no deja de ser un espíritu libre y soñador, sin ataduras a la realidad, y que a través de sus propias fantasías buscó su verdad y su belleza "real" de la vida, y sinceramente creo que la encontró, y que moribundo y una vez muerto, su propio hijo se percata de quién realmente era su padre.


Edward Bloom a través de sus ilusiones, de sus fantasías, de sus sueños, de su imaginación venció todos los obstáculos que la vida "real" trató de imponerle... y sin lugar a dudas, Edward siempre salió victorioso.



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Dallars Buyers Club (2013): Morir, habiendo intentado por cualquier medio, Vivir




Basada en la vida real de Ron Woodroof, un cowboy de rodeo texano, drogadicto y mujeriego, al que en 1986 le diagnosticaron SIDA y le pronosticaron un mes de vida. Empezó entonces a tomar AZT, el único medicamento disponible en aquella época para luchar contra tan terrible enfermedad.

Lo loable de Dallas Buyers Club es que pudiendo haber caído en el pozo de lo sentimentaloide y llorón, la película se erige de la misma forma que el carácter de su protagonista absoluto: como un enérgico y desgarrado grito por lo justo, aunque esto vaya más allá de la ley. 

Resulta obvio que la película abordará el tema de las patentes de medicamentos autorizados, un mercado tan multibillonario como el de las armas. 

Pero la narración tampoco se pierde por esos senderos, en cambio, se centra en las relaciones humanas, en la asociación de personas que luchan por una misma causa.

El film, alejado del tono sensiblero de Philadelphia o de cualquier telefilm "basado en hechos reales" al uso, se basa, por encima de cualquier otra consideración, en la gran interpretación de Matthew McConaughey (increíble su rotunda pérdida de peso para emular a un hombre al que, presuntamente, le quedan 30 días de vida, aunque su estupendo rol va más allá del milagro físico, componiendo un perfecto vaquero homófobo, orgulloso y tenaz). 

Sus compañeros de reparto se muestran igualmente eficaces, especialmente Jared Leto en el papel de un travesti con SIDA en estado terminal. 
La relación de ambos (que acabarán siendo "socios") es otro de los pilares del film, dado que a través de ella presenciaremos el proceso de conversión de un Ron homófobo e intolerante en alguien concienciado. 

Menos significativa, pero no por ello poco satisfactoria, está la relación de Ron con una doctora (interpretada por Jennifer Garner) que, inicialmente comprometida con el programa de pruebas del nuevo medicamento, el AZT, acabará convencida de que los esfuerzos de Ron con otras terapias alternativas, pueden ser más eficaces que su propia labor en el hospital.

Creo que está muy bien reflejado el clima de negación en Los Estados Unidos, con los emporios farmacéuticos a la cabeza, hacia las personas seropositivas, tomadas en los primeros años casi como conejillos de india, que tomaban un medicamento en concreto, sin saber bien qué reflejo verdadero ocasionaría en su salud.

“Dallas Buyers Club” es uno de esos films que uno se alegra de haber visto, pero que tampoco llena ni marca especialmente. Vallée se apoya demasiado en planos efectistas y simbólicos (el rodeo), y en la crudeza de algunas escenas. 

A veces incluso da la impresión de ser redundante. Y, sobre todo, lo fía casi todo a una buena historia y al genio de unos actores en estado de gracia, esperando que sean ellos los que resuelvan la papeleta en cada plano. 

La narración queda un tanto fría y el tono desangelado de la historia provoca también un cierto distanciamiento por parte del espectador, que como mucho quedará impresionado por el trabajo de los actores y concienciado por el mensaje de denuncia. No es poco, desde luego, pero el resultado, pienso que no es del todo redondo….

En resumidas cuentas, un film que narra una historia dura y conmovedora eludiendo los lugares comunes habituales en estos casos (salvo quizá el manido discurso de la falta de escrúpulos de la industria farmacéutica, aunque el tema está abordado sin excesivo énfasis) y que consigue dotar de prestancia un material que en principio podría resultar más bien insubstancial. 

Cuando uno lleva fecha de caducidad, y no lo acepta, aprende a vivir al límite para cambiar las cosas. E incluso puede encontrarse con que las cosas al límite también pueden cambiarle a uno.









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Boyhood (2012): Los momentos de una vida




Conoceremos la historia de Mason (Ellar Coltrane) desde los seis años y durante una década poblada de cambios: mudanzas y controversias, relaciones que se tambalean, bodas, diferentes colegios, primeros amores, también desilusiones, momentos maravillosos, de miedo y de una constante mezcla de desgarro y sorpresa. Un viaje íntimo y épico por la euforia de la niñez y el paso del tiempo.

El director Richard Linklater tuvo una idea original al rodar el film durante 12 años, y desde luego ver cambiar a los niños y envejecer a los padres, es lo mejor que tiene. En ese sentido, esta película es única en la historia del cine, porque para contar este tipo de historias, normalmente se cambia a los actores que hacen de niños, y a los padres, como mucho, se les maquilla un poco.

El proceso de rodaje (39 días, repartidos en 12 años) ha sido muy expectante; no era para menos, es uno de los mayores atractivos, ver crecer a los dos niños, el deterioro físico de los adultos, todo en modo real.

Incluso se ha tenido en cuenta resaltar elementos materiales que tienen un proceso evolutivo acelerado, como los televisores, los videojuegos…

Así como otros que son más pasajeros y tienen más relación con las tendencias como unas zapatillas, un tamagotchi… 

Han sabido mostrar los elementos icónicos de cada año, en lo material, porque en las relaciones sociales y familiares poco hemos cambiado.

Creo que el hecho de que esta película haya tardado tanto en filmarse, habla de la dedicación y compromiso al proyecto y lo que la hace distinta. 

Saber que el chico protagonista crece en serio durante la película, le otorga credibilidad a todas sus vivencias y permite acercarte y encontrarte con esas mismas vivencias, que uno pudo haber tenido cuando iba creciendo.

Boyhood es el tipo de película que arrasa en festivales y en premios de distintos estamentos, y lo hace porque se valora mucho el esfuerzo de haber trabajado durante 12 años en su rodaje.

Es aquí donde convergen todas esas preguntas como ¿qué convierte a una obra en una obra de arte? No sé yo si realmente la forma en la que fue hecha esta película la debería elevar al nivel de obra de arte, ni siquiera sé si peliculón, como muchos dicen...

Yo no digo que no merezca todos los premios que le otorguen, pero creo que esta novedosa forma de hacer cine ha centrado las fortalezas de la película, en cosas que no deberían ser tan importantes para rodar una película, y se ha olvidado de muchas cosas.

Un punto fuerte de "Boyhood" es, no cabe duda,  su inspirado reparto. Si bien Lorelei Linklater, hija del cineasta, se revela como una arrolladora intérprete niña, su talento se desinfla alcanzada la adolescencia. 

No le sucede lo mismo a su hermano en la ficción y protagonista de la historia (Eller Coltrane). 

En cuanto a los adultos de la función las interpretaciones de ambos rayan a altísimo nivel.

El de padre enrollado cuya simpatía no enmascara un acusado síndrome de Peter Pan es un rol que a Ethan Hawke le viene como anillo al dedo. 

Patricia Arquette, por su parte, compone con gran solvencia el papel de madre coraje cuyo pésimo ojo para los maridos no resulta óbice para sacar su carrera y a sus dos hijos adelante.

En conclusión, estamos ante una película que nos habla del paso del tiempo y de cómo las decisiones que vamos tomando, las experiencias que vamos teniendo, y las personas que nos rodean, acaban  construyendo la persona en la que nos convertiremos.


Y sobre todo, habla de que sin importar lo que ocurra, siempre estamos a tiempo de crecer, madurar y ser mejores seres humanos, con el simple hecho de desearlo en verdad dejando de lado todo prejuicio y valoración superficial.






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Hijos de los hombres (2006): Un posible futuro desolador




Año 2027: el ser humano está al borde de la extinción: los hombres han perdido la capacidad de procrear y se ignora por qué razon todas las mujeres del planeta se han vuelto estériles. Al mismo tiempo, el mundo se estremece cuando muere un muchacho de 18 años, la persona más joven de la Tierra. Se vive, pues, una situación de caos galopante.

Soberbio thriller futurista del cineasta Alfonso Cuarón, el cual es, sin duda, su mejor film hasta la fecha. Ahora bien, decir que "Hijos de los hombres" es únicamente una película de ciencia ficción no sólo es quedarse corto, sino que sería faltar a la realidad, pues esta producción es una durísima crítica al género humano, de forma que intenta que todos nos paremos a pensar hacia dónde va, ahora mismo, nuestro mundo. 

Basada en una novela de P.D. James, el director Alfonso Cuarón nos obliga a reflexionar sobre asuntos tan candentes como el terrorismo, la inmigración y la ecología; en una historia ambientada en una Inglaterra del futuro, donde la humanidad ha perdido la capacidad de engendrar su propia descendencia. 

En un mundo caótico, el gobierno británico mantiene hacinados, de forma similar al holocausto nazi, a los inmigrantes extranjeros, con un total desprecio por la raza humana, lo cual hace pensar a algunos de los protagonistas, que realmente el mundo está recibiendo lo que merece. 

Ahí aparece el personaje de Clive Owen, en una estupenda interpretación de un hombre desolado por la muerte de su hijo, encarnando al típico antihéroe que ya había abandonado toda posibilidad de redención. 

Otro papel a destacar es el del genial Michael Caine, con el rol de un idealista a lo John Lennon, que ya está un poco de vuelta de todo. En su devenir por el deteriorado planeta, encontrarán un milagro: una chica embarazada tras 18 años sin un sólo nacimiento. 

El guión es pausado, como requiere una trama que se va desvelando poco a poco, con personajes bien definidos y narrando una buena historia que conforme avanza el metraje te va enganchando, intercalando momentos crudísimos con algún que otro toque de humor, para relajar la tensión. 

La ambientación es espectacular, con increíbles escenarios, algunos de ellos semejantes a la Varsovia de la Segunda Guerra Mundial. 

Pero lo mejor del film es que, tras sacar a relucir todas las miserias de las que somos capaces, nos deja un halo de esperanza, una última posibilidad de encontrar lo mejor que hay en cada uno. 

Pero la gran pregunta que se le queda al espectador después de ver la película, es muy clara: ¿de verdad describe el director un mundo ficticio, o simplemente se limita a añadir algo más a una realidad ya existente? Es esto lo que origina esa sensación de malestar en el espectador; la creencia de que ese mundo apocalíptico que nos describe Cuarón está muy próximo a la realidad.

Sería un error, para el buen cinéfilo, dejar escapar la oportunidad de verla en la gran pantalla.





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Shame (2011): El Infierno entre orgasmos




Brandon (Michael Fassbender) es un joven y apuesto neoyorquino con serios problemas para controlar y disfrutar de su agitada vida sexual. Obsesionado con el sexo, se pasa el día viendo revistas pornográficas, contratando prostitutas y manteniendo relaciones esporádicas con solteras de Manhattan. 

Un día se presenta en su casa, sin previo aviso, su hermana menor Sissy (Carey Mulligan) con la intención de quedarse unos días en su apartamento. 

Es inevitable tener ciertos prejuicios cuando se oye hablar de 'Shame'. Un tipo adicto al sexo = guarradas por doquier. Por el bien del cine, y de la mente humana, recomiendo dar una oportunidad a ésta película puede ser un acierto o, simplemente, un experimento.

Brandon es un dulce envoltorio para las chicas. Un tipo atractivo, con labia y buen vestir; pero dentro de si, se esconde alguien que sufre, que disfruta dominando y que su vida es un vacío que solo encuentra sentido entre material pornográfico, prostitutas o encuentros de una noche. Brandon es un enfermo...vestido impecable.

Y todo ello gracias a Michael Fassbender que hace una actuación de nominación al Oscar. 

Sus gestos, sus miradas, su decadencia lo hace creíble, y eso es lo mejor que le puede pasar a un actor.  

Carey Mulligan, como su hermana que le arrastra al fango, puede presumir de haberlo hecho muy bien frente a la interpretación de Fassbender.

Ella representa lo que es ir cuesta abajo y sin frenos hacia un final inevitable.

Por supuesto, ésta película tiene carencias, como cierta pesadez y lentitud en determinadas secuencias que se hacen un poco más largas de lo normal; pero ese aparente tedio, no tapa el brillante resultado.

El título me parece genial, porque en esa sencilla palabra, “Shame” (vergüenza), se resume el sentimiento constante de un adicto. De un adicto a lo que sea.

Me ha parecido fantástico que Steve McQueen aborde un tema tan tabú, tan poco tratado, y que afecta a tantísima gente. Aunque no todo el mundo puede llegar a identificarse con el protagonista, lo que conlleva a que esta película pueda ser más apreciada por un tipo de público u otro.

Una película triste, que habla del aislamiento al que conduce cualquier tipo de adicción. Una película que cala hondo y perturba sobremanera. “Shame” no es una obra ni para todos los públicos, ni para todos los paladares. Y es que ser adicto al sexo no es tan bueno como parece.






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American Grafitti (1973): Aquellos maravillosos años



Es la última noche del verano de 1962, y los adolescentes de Modesto (California) quieren divertirse antes de afrontar sus responsabilidades como adultos. Así que todos salen esa noche para beber, ligar, pasearse en coche, ir a la bolera o bailar un rato... 

George Lucas antes de crear su famosa saga "La guerra de las galaxias" dirigió una película que recoge toda la esencia americana de los años 60.
La historia trascurre durante una noche en la que dos jóvenes abandonaran su pueblo, para ir a estudiar fuera en la universidad. 


Esa noche querrán divertirse y poder centrar sus ideas, para saber si realmente son lo suficiente adultos para dejar de lado su vida conocida.

Una historia que resulta entrañable, gracias a las aventuras que viven estos jóvenes y sus amigos en una noche donde las carreras de coches, los bailes, las hamburguesas y los romances se sucederán.

Con un tono ciertamente ligero, pero con transiciones dinámicas y un ritmo coherente; la historia se va desarrollando ante nosotros, como un variopinto tapizado de situaciones e hilaridades, que van de las más cursis y ñoñas a las divertidas y desafiantes. 

Durante esas horas que viven los personajes, les ocurrirán diversas cosas que harán que se planteen su presente y su futuro; y que se descubran a ellos mismos.

Gran protagonista es su banda sonora. Una recopilación de míticas canciones de los años 60 harán la delicia de todo el mundo. 


Grandes éxitos musicales son introducidos en cada escena, que forma una de las mejores bandas sonoras que ha dado el cine.

Todo está tan bien recreado que parece que está rodado en esa época.

Los actores están fantásticos en sus papeles. Unos jovencísimos Richard Dreyfuss, Ron Howard (que luego se convirtió en un brillante director), Charles Martin Smith e incluso un desconocido Harrison Ford en ese momento, aportan su talento para llevarnos de la mano en esa noche a través de su ciudad subidos en coches clásicos escuchando grandes canciones.

La película toca, sobre todo, el sentimiento de crecer en un pueblo. El compañerismo de un grupo de amigos de toda la vida aliñado con los problemas con las chicas, etc. Un tono inocente, un tanto infantil y un humor adulto. 


La última noche antes de que los compañeros de pupitre dejen de serlo. El adiós al que se marcha, las dudas del que no quiere dejar a su novia del pueblo para marcharse, etc.

Como dijo Lucas, la película sólo es un trozo de su vida pasada en su pueblo; Modesto.
'American Graffiti' es algo más que la mirada a una época que ahora ya sólo es añorada por unos pocos.

Una época donde las disputas se resolvían con carreras de coches, y la gomina y el volumen de tu tupé determinaba tu popularidad, así como la cantidad de gasolina de tu coche.

 'American Graffiti' es algo más que todo eso, si cabe, es el homenaje a una mentalidad que ya se ha perdido, a la inocencia ya perdida de Estados Unidos antes de la guerra de Vietnam, etc.

Una película que tiene un encanto especial, y que se desmarca de todo lo conocido por George Lucas. Es cierto que cuenta con algunos momentos puntuales que flojean un poco, pero en esencia es un viaje al pasado agradable, y entrañable.




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