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Todos los hombres del presidente (1976): El buen periodismo




En 1972, dos jóvenes periodistas del diario The Washington Post, Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), comienzan a investigar lo que parece ser un simple allanamiento del cuartel general del Partido Demócrata en Washington. Sus descubrimientos desencadenan el llamado 'caso Watergate', que provocó la dimisión del presidente Richard Nixon

A priori podría parecer que es una película más de cine político, si tenemos en cuenta que el argumento del filme gira en torno al escándalo Watergate y a los dos periodistas que descubrieron el meollo. 

Pero la realidad, es que está más cerca del cine de Espías e incluso del cine negro, que de una película que desengrana cien por cien la cuestión política.

El guion, basado en el libro de los mismos protagonistas reales de la historia Carl Bernstein y Bob Woodward, desenmascara todo el caso Watergate y concluye con ello un film interesante, que puede cautivar a los cinéfilos más exigentes. 

Además, no peca de sensacionalismo para impresionar, sino que se remite a las pruebas y hechos contrastados.

El Enaltecimiento del periodista como héroe es algo muy propio del cine norteamericano casi desde sus principios, y en esta película, este prototipo aparece con toda la claridad. 


Robert Redford y Dustin Hoffman interpretan a personajes honestos, que siempre van con la ley por delante, y que parecen seguir la investigación por deber moral y no por motivos de recompensa personal.

El argumento intenta ser neutral, no politizarse ni mostrarse en contra de Nixon, esto sería demasiado sencillo. 

La historia está más preocupada de la tensión, intensidad e intriga de las indagaciones de los periodistas; no cuestiona los sucesos, y trata al espectador de inteligente. 

Menos la secuencia inicial en el Watergate, todo se ve desde el punto de vista de los 2 protagonistas. 

Incluso no llegamos a conocer la vida personal de sus protagonistas, todo se centra en la investigación.

Las actuaciones son profesionales y legítimas. 

Como protagonistas Robert Redford está impecable en una labor intachable, Dustin Hoffman trabaja con carácter en una convincente labor y Jason Robards hila una interpretación con profundidad en una oscarizada labor, siendo notables los acompañamientos de Martin Balsam, Hal Holbrook y Jack Warden entre otros.

Lo único malo es que la historia puede hacerse lenta, algo larga y aburrida, al igual que el espectador puede llegar a perderse entre tantos datos mencionados. 

No obstante, como documento destacado de su época, merece ocupar un lugar de referencia en el “cine periodístico”, como también podría denominarse a esta película. 





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La Milla Verde (1999): La vida y la muerte, separadas por una milla




Ambientada en el sur de los Estados Unidos, en plena Depresión. Paul Edgecomb (Tom Hanks) es un funcionario de prisiones encargado de vigilar la Milla Verde, un pasillo que separa las celdas de los reclusos condenados a la silla eléctrica. 

John Coffey (Michael Clarke Duncan), un gigantesco negro acusado de asesinar brutalmente a dos hermanas de nueve años está esperando su inminente ejecución.

Tras una personalidad ingenua e infantil, Coffey esconde un prodigioso don sobrenatural. Cuando se presenta la ocasión de ponerlo en práctica, Edgecomb aprenderá que los milagros existen, incluso en los lugares más insospechados.

Buena adaptación del libro de Stephen King "El pasillo de la muerte", que dejando a un lado su habitual terror en la mayoría de historias, nos brinda una llena de ternura y envuelta en un halo sobrenatural.

Esta es una de esas películas en las cuales uno sin depositar muchas expectativas, se dispone a verla, y minuto tras minuto la disfruta y se deja llevar por la historia.

Tom Hanks (a mi entender uno de los actores mas creíbles del mundo en cada papel) tiene una calidad increíble para interpretar a Paul Edgecomb, el reparto es correctísimo y la labor de Michael Clarke Duncan trabaja con inocencia su papel. Logran una combinación y química muy especial.

Como protagonistas Tom Hanks está radiante en su línea habitual y Michael Clarke Duncan trabaja con inocencia en un brillante papel, siendo señaladas las interpretaciones de David Morse, Doug Hutchison, Sam Rockwell, Harry Dean Stanton o James Cromwell, entre otros.

"The Green Mile" mezcla, momentos de humor y acción para condimentar un drama que tiene un nudo muy bien estructurado y el cual se va desenlazando de forma lenta pero muy poderosa.

El corredor de la muerte es el escenario de esta historia y sin saber yo (y sin importarme lo más mínimo) si es o no es realista; nos logra meter en la triste, monótona y desanimada situación, de los condenados y de sus bondadosos ángeles, los protagonistas.

Y entonces, surge: el milagro. En esta película se nos presenta un milagro, un recurso de fantasía, un hombre negro y enorme que hace milagros y nos brinda escenas sobrecogedoras.

Creo que la palabra que mejor la describiría es: contundente. Resulta ser mágica, porque logra sobradamente representar la historia de la manera mas creíble posible y sobre todas las cosas; plantea una profunda reflexión sobre la condena de muerte a las personas.

Dejando aparte su excesiva duración (que puede resultar algo desesperante para algunos), quizás lo único que personalmente se me hizo un poco pesado, son las continuas alusiones y recursos a la religión cristiana, ángeles, Dios, etc...

No pueden dejar de ver este film bajo ningún punto de vista si pretenden sorprenderse, escena tras escena y darse un baño de buen cine que definitivamente, los va a refrescar. 






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El Discurso del Rey (2010): El Rey sin Voz



Aunque fue bautizado como Albert Frederick Arthur George, sus familiares lo llamaron siempre Bertie. Era el segundo hijo del rey Jorge V y por lo tanto era a su hermano Edward, a quien le correspondía heredar el trono… pero, como lo que es para uno nadie se lo quita, no había transcurrido un año y el buen Edward se enamoró de una mujer norteamericana, Wallis Simpson -dos veces divorciada- y prefirió renunciar al trono antes que dejarla.

Por derecho, le correspondía a Albert sentarse en la silla del rey, pero para su desgracia, sufría de una disfemia aguda que, tras largos años de experimentar con diferentes tratamientos, no conseguía superar. 

Lo que nos relatará este filme del director Tom Hooper, es la curiosa relación que, el aspirante al trono de Inglaterra, habrá de tener con un plebeyo dedicado al tratamiento de dificultades en el habla, quien sin títulos, ni renombre, ni “clase”, conseguirá conquistarlo con su entereza, su carácter y su dedicada eficiencia.

El filme resulta muy humano y logra que sintamos aprecio, por ese hombre que lucha contra sus propias limitaciones, porque nada debe ser más cruel que saber que se puede alcanzar un gran poder; pero sentir pánico porque bien se comprende que, ese mismo poder, te puede traer los peores momentos de tu vida. 

Colin Firth nos ofrece una gran caracterización de ese futuro rey que pasa por cruciales momentos y que se ve abocado a asumir compromisos tan obligantes como aquel de leer, por la radio, un mensaje de su padre que se encuentra enfermo.

Pero, en adelante, para un hombre como éste, un gran amigo será un gran apoyo, y con la disposición a superar, los tropiezos y choques que se avienen en el camino, pronto quizás, encuentre las fuerzas que le permitan salir avante.

Como el tratante, Lionel Lowe, Geofrey Rush le hace a Firth una perfecta segunda y el filme se convierte para ellos en un tour de force magnífico, que redundó luego en el premio Oscar para Firth y en la reafirmación de Rush como uno de los más notables actores de los últimos años.

También Helena Bonham Carter tiene aquí otra buena aparición (aunque secundaria y discreta) como Elizabeth, la comprensiva esposa de este futuro rey.

Y ¿qué más se puede decir de esta película? Bien es cierto que no deja de ser el típico drama capaz de llamar la atención de la crítica y del público.


Pero eso no quita que sea una película realmente sencilla en su planteamiento, pero muy efectiva en su resultado, porque las actuaciones y los diálogos son tan buenos, que no importa nada de todo lo demás. Y eso, en mi opinión, es saber hacer buen cine.





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Candilejas (1952): La Tristeza del artista.




Un viejo payaso (Charles Chaplin), después de evitar el suicidio de una joven bailarina (Claire Bloom), no sólo la cuida, sino que, además, se ocupa de enseñarle todo lo que sabe sobre el mundo del teatro para hacerla triunfar.
Narra la vida de dos artistas en plena decadencia, un comediante que alguna vez fue la principal atracción de los teatros y una bailarina, víctima de sus miedos.

El comediante, Calvero, ahora se encuentra desempleado y es víctima del alcoholismo, mientras que Thereza, víctima de sus depresiones busca el suicidio, hasta que el ebrio comediante la rescata del mismo.

Resulta de lo más extraño que un personaje, Charles Chaplin, que se hizo mundialmente famoso como cómico cuando el cine era mudo, a base de pantomimas y gracias, tenga la capacidad de metamorfosearse y cambiar de registro, para hacernos todo un drama; y además, salir airoso del reto.

Que conste que "Candilejas" tiene un argumento de lo más prometedor. La película quiere transmitir cierta melancolía por el artista acabado. 

Es un film curioso en su patetismo, ya que Chaplin, como actor protagonista, se desmelena en el victimismo y la marginación. 

Estamos ante una analogía de la vida del propio Chaplin, donde muestra la decadencia de un artista con la llegada de la vejez, el quedar obsoleto ante el público, algo con lo que tienen que lidiar todos los artistas. 

Una profesión donde no existe el retiro obligatorio; pero el no hacerlo a tiempo puede significar un grave error, porque el público se renueva y jamás perdona. En este sentido no deja de ser un homenaje a todo ese mundillo. 

Chaplin, es el amo y señor de la pantalla, su estremecedor rol nos empatiza desde el primer segundo. Posee un poderoso carisma, eso sí con algunos brotes de histrionismo. 

Por su parte Claire Bloom, sale airosa y realiza una gran réplica al mito que tiene enfrente, emite una fragilidad y un cariño que nos llega con una mirada que fascina y enamora. 

Aunque no dejemos de respirar una atmósfera melancólica durante todo el film, no le faltan momentos de alegría y humor. 

Especialmente emotiva es la escena que comparten Chaplin y Buster Keaton, que ha sido interpretada como el adiós de dos grandes genios del cine mudo, como han sido ellos.

Para un hombre que se convirtió en un icono del siglo XX, no es sencillo asumir el final de un ciclo, pero con esta película, demuestra su grandeza para decir adiós de una forma digna.






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