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Braveheart (1995): Corazones Valientes


En el siglo XIV, los escoceses viven oprimidos por los gravosos tributos y las injustas leyes impuestas por los ingleses. William Wallace es un joven escocés que regresa a su tierra despues de muchos años de ausencia. 

Siendo un niño, toda su familia fue asesinada por los ingleses, razón por la cual se fue a vivir lejos con un tío suyo

William Wallace fue un caballero escocés que entre la segunda mitad del siglo XIII y hasta inicios del XIV luchó por el intento de salvar Escocia de las tropas expansionistas del Rey Eduardo I de Inglaterra.

De aquí a que se forje una leyenda que para los escoceses significa mucho. Y si su vida es llevada a la pantalla grande, con el gran despliegue humano y técnico, y además se le pone un apodo como “Braveheart”, el imaginario colectivo se desata décadas después, al mencionarse tal atributo.

Mostrado aquí como un héroe vengativo, antes que el libertador de un pueblo por encimas de sus intenciones e intereses (primero pierde a un padre y a un hermano y después a su joven esposa); el mito de William Wallace se realza debido al precio que tiene que pagar (traiciones, emboscadas, sobornos, etc…).


El consagrado actor australiano Mel Gibson fue muy inteligente al hacer esta película que enamoró al personal, donde nos ofrecía un espectáculo épico, grandilocuente y memorable.

Es un blockbuster de corte histórico, a mayor gloria de un director que después, demostró que su carrera cinematográfica como actor tal vez tenía poco que desear, pero como realizador apostaba por el riesgo (como vienen a demostrar “La Pasión de Cristo” o “Apocalypto”).

Mel Gibson nos desveló que sabía hacer más que el gamberro, bien fuera en un futuro post-apocalíptico o haciendo de "entrañable" policía suicida. Nos presentó una película quijotesca en su más amplio sentido, donde todo se hace por amor y por la voluntad de no dejarse doblegar aún cuando ya no te queda nada.

Como ese boxeador que se levanta una y otra vez, por defender su honor, diciéndose "me venció, pero jamás dirá que me doblegó". 

Todos sus actores, principales y secundarios saben mostrarse tridimensionales, complejos y necesarios. 

Su vestuario rompía con la estética de guerreros limpios y nobles; Wallace aparece sucio, empapado en sangre y sudor, contrastando con su limpia mirada azul. 

La película en sí, es un llamamiento para luchar por los valores de un país que estaba sometido, bajo el absolutismo de un rey sumamente muy tirano y que es incapaz de perdonar. 

La lucha de la clase baja contra la nobleza o la realeza me pareció espectacular. Hubo mucha violencia y eso se reflejó muy bien en Mel Gibson.


No hay discusión que “Braveheart” se convirtió en un filme clásico, que de paso tuvo el mérito de resucitar el espíritu de las cintas de aventuras de los años cincuenta, con esta singular historia épica. Consiguió además un gran éxito adjudicándose 5 Oscars, incluyendo mejor película y por supuesto mejor director. 





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