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Rompiendo las olas (1996): La redención extrema



A principios de los años 70, Bess (Watson), una ingenua joven de un pueblo costero de Escocia, se enamora de Jan (Stellan Skarsgård), un hombre mundano que trabaja en una plataforma petrolífera. A pesar de la oposición de la rígida comunidad puritana a la que pertenece, Bess y Jan se casan. 

Tras la boda, él vuelve a su trabajo, y ella cuenta los días esperando su vuelta. Bess, una creyente devota, cree que su amor está bendecido por el cielo; pero un día sucede un terrible accidente que cambiará la vida de los recién casados.


Cualquiera que se haya "enfrentado" a una película de Lars von Trier ya conoce las paranoias y temas comunes de sus producciones, su tono duro y sin concesiones. 

Parece disfrutar (cual masoquista) poniendo en situaciones límite a sus personajes, digamos que posee naturales facilidades a la hora de meternos la angustia en el cuerpo. Sus dramas, visionados bajo ciertas circunstancias personales, pueden llegar a ser demoledores.

En todo caso, esto sucede con esta película, obra que, si bien posee un par de errores notorios, resulta acertada desde la perspectiva general.

Uno de dichos errores es la excesiva duración. A Lars le gusta regocijarse en pequeños detalles, que capta con minuciosidad documental.


Me gusta este aspecto de su obra, que tan bien le ha servido para ganar tanto adeptos como detractores, aunque no de esta forma.


La cinta posee material en exceso, alargando una historia que se podría resumir en 40 minutos menos. Al final, uno posee cierta sensación de relleno, y por ende, si es un tanto crítico, de vacío.

De todas formas, esto no evita que la cinta sea disfrutable.
El director danés vuelve a rodar cámara en mano, lo que ofrece un tono más realista (casi de docudrama) a la historia.

Aún así no es en su dirección donde radica el mayor interés de la película, este habría que buscarlo tanto en un guión, como en el buen conjunto de actores.

La labor de Emily Watson es impresionante, construyendo toda una colección de tics para dar credibilidad a un personaje que parece abocado a la más exasperante de las sobreactuaciones, pero que la actriz domina con sorprendente creatividad y sin demasiadas estridencias.

Ella tiene a su disposición el personaje más desconcertante, a veces uno se pregunta si es retrasada, inmensamente inocente (quizás infantil sería más ajustado) o simplemente una loca (véanse sus "charlas" con Dios)

Por otro lado, me gustaría destacar un detalle que considero muy interesante: los interludios entre capítulos, por medio de hermosas panorámicas y buena música. Todo ello cargado de una gran sensibilidad pictórica.

El director, una vez más deja marca en lo mas profundo de nuestras inocencias, las cuales perfora y toma como juguete. 

La crítica hacia doble moral de la sociedad en cuanto a la religión y estilo de vida es obvia; Lars solo trata de sacar la venda de los ojos que nos autoponemos para tildarnos de hipócritas y prejuiciosos. 

Trier no toma el pelo a nadie, sino que organiza esta película para convencernos de las virtudes de la fe y el sacrificio, dos de los conceptos más reaccionarios existentes. La fe (y las ideas que la circundan) ya solo tiene la función de mantener el orden existente.

Por ello, que una mujer se prostituya y permita ser martirizada para que su marido se recupere, suena a parábola sobrenatural del sacrificio real y cotidiano de la inmensa mayoría, para que todo siga igual.

Por lo demás, los efectos buscados sobre el espectador por el grado de ensañamiento sexual de la historia con la protagonista, hacen sospechar que para disfrutarla, además de estar de acuerdo con su mensaje, tengas que ser un tanto sadomasoquista.







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