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La Ley de la calle (1983): La Rebeldía adolescente




Rusty James (Matt Dillon) es un joven que sueña con volver a los tiempos de las pandillas juveniles para emular a su hermano mayor (Mickey Rourke), que en su día fue líder de una de ellas y que arrastra una reputación de rebelde e intocable como "el chico de la moto". Pero ahora su hermano ya no está, pues hace dos meses que se marchó, y a Rusty le han citado para una pelea.

Recordada cinta basada en una novela de Susan E. Hinton, que narra la vida de Rusty James, un adolescente que vive más en la calle que en su casa. 

Vive ansioso de que algún día vuelvan los buenos tiempos de las bandas callejeras, cuando su hermano mayor era venerado y respetado.

El ocaso de las tribus urbanas en pos de otras regidas ya no por la ley del más fuerte sino por las drogas, es uno de los puntos fuertes del film; la pelea inicial contra una banda de yonquis inmunes al dolor, es prueba evidente de lo que el director nos quiere sugerir.

Los personajes tienen un futuro incierto, vagando por las calles casi todo el día, fruto de una dejadez educativa provocada por familias desestructuradas o por su alcoholismo destructivo. 

Quizás sea la película más personal de Francis Ford Coppola, por su visión onírica de la adolescencia.

Vi esta película siendo bastante joven, y quedé emocionado. Y es que a esas edades somos una máquina de captar sensaciones, y en esta película se transmiten muchas: el amor entre los hermanos, el valor, la cobardía, la lucha por ser algo en esta vida, y, entre otras cosas más, la libertad.

El ambiente de pesimismo e incertidumbre se eclipsa con la llegada del Chico de la Moto (Mickey Rourke) el hermano viajero del soñador pero inmaduro Rusty. Juntos iniciarán un peregrinaje por las calles nocturnas, con sus billares, locales de música, prostitutas y fantasmas del pasado y del presente.

Coppola sitúa el argumento en un escenario post-urbano de devastación, con un blanco y negro agobiante y una permanente sensación de opresión. Los personajes parecen atrapados por su destino de autodestrucción.

No obstante, el espectador encuentra vías de escape a este ahogo mediante secuencias oníricas o decididamente surrealistas, no exentas de sentido del humor.

La ley de la calle es un film ambigüo. No queda claro si Coppola pretende glamourizar o desglamourizar al rebelde, probablemente las dos cosas. No solo hay un solo tipo de rebelde y cada rebelde tiene sus puntos flacos y fuertes.

Grandes interpretaciones de los actores, con el morbo añadido de que tanto Mickey Rourke como Dennis Hopper experimentaron en sus propias carnes los papeles de chico malo y de alcohólico. También llama la atención ver en sus inicios a Nicolas Cage, Laurence Fishburne, Diane Lane y Matt Dillon.

La obra juega con todos los mitos cinematográficos de los años 50, desde "Rebelde sin Causa" (1955) a "West Side History" (1961) pasando por "Grease" (1978) y hasta "Beat It" (1982) de Michael Jackson. El resultado es un trabajo tan onírico y extraño que, aunque irregular, es casi una película de culto.






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