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Maridos y Mujeres (1992): Crisis Matrimoniales




Justo antes de salir a cenar los dos matrimonios, Jack y Sally comunican a Gabe y a Judy, su mujer, que van a separarse de mutuo acuerdo, de tomarse un tiempo para vivir de forma independiente. 

La noticia de que sus mejores amigos desde hace muchos años no tenían un matrimonio tan perfecto hacen dudar a Gabe y a Judy sobre el suyo propio. 

Una de las películas más intimistas de Allen. Lejos de sus habituales personajes histriónicos, llenos de absurda y genial mordacidad, Allen trata el tema de las inseguridades de la pareja, y las diferentes visiones del matrimonio

Allen pone el énfasis en la convivencia directa, y en las experiencias conjuntas de un grupo de parejas.

Con unos vertiginosos movimientos de cámara, subrayando el carácter documentalista, que Allen quiere imprimir a la película, y ayudado por los comentarios de un narrador- entrevistador que va interrogando a cada uno de los protagonistas sobre sus diferentes experiencias en la vida, Allen ofrece este drama costumbrista.

Porque esta película habla precisamente, de algo tan importante y común en nuestras vidas como la visión de pareja que anhelamos. Nuestras expectativas de encontrar una pareja, que comparta con nosotros algo más que media hora de pasión y desenfreno.

Todos los personajes, interpretados por un grupo de seis magistrales actores (el propio Allen, Mia Farrow en su última colaboración con el director, Sidney Pollack, Judy Davis, Juliette Lewis, y Liam Neeson), manejan y muestran sus emociones de manera dolorosa; pues el amor aquí no da la felicidad, sino que se presenta como un arrebato de furia difícil de controlar.

La película acierta a la hora de retratar el hastío producido por años y años de convivencia y el inconformismo propio de las personas. 

Sin embargo, Woody Allen tiene una concepción muy negativa de nuestra sociedad y otorga a sus películas de un carácter pesimista, que pienso que no se ajusta en absoluto, al todo de nuestra realidad.

Woody Allen es un tipo que vive constantemente obsesionado por los psiquiatras y por el lado negativo de la vida. 


Eso que en pequeñas dosis puede parecer gracioso, en las dosis en las que nos lo es suministrado, puede terminar por cansar. Aunque eso, obviamente, depende del espectador. 

Por ello es comprensible que películas como ésta que nos ocupa, no sean para todos los públicos, y haya público que prefiera al Woody más divertido. Aquí desde luego, no aparece apenas.

Podría decirse, que “Maridos y mujeres” es una de sus películas más serias y profundas. Y quizás, por eso mismo, más de uno podrá considerarla decepcionante si la comparamos con otras obras maestras de su autor como “Annie Hall” o “Hannah y sus hermanas”.

Pero si alguno de los lectores de esta crítica está casado y/o mantiene una relación estable desde hace muchos años, creo que podría descubrir que la disección matrimonial de Allen -para lo bueno y para lo malo- puede ser tan real como la vida misma.










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