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La Ciudad de los Niños Perdidos (1995): La Necesidad de Soñar


Cuento fantástico, lleno de sensibilidades, con grotescas actitudes vampíricas, cazadores de sueños e infantiles héroes, formando una exquisita mezcla para los ojos, la mente y el corazón.

La historia gira entorno a Krank (Daniel Emilfork), un ser maléfico que vive en una plataforma en medio del mar, y su incapacidad para poder soñar. 

Ante este problema se dedica a enviar a sus secuaces a la ciudad para robar niños y poder disponer de una transfusión de sueños que le permita detener su vejez; pero el terror de los niños secuestrados es tal, que sólo les consigue robar sus pesadillas.

Uno de los niños desaparecidos será Denree (Joseph Lucien), hermano de One (Ron Perlman), un forzudo que trabaja en una feria ambulante demostrando sus cualidades de escapista.

One saldrá a la búsqueda de su hermano pequeño, para lo que contará con la ayuda de Miette (Judith Vittet) una niña de la calle que se solidariza con One y del que más tarde se enamorará.


La película la completan una serie de extravagantes personajes que conforman la familia del malvado Krank: Irvin, un cerebro que vive en un acuario, padece migrañas, y actúa como consejero (voz de Jean-Louis Trintignant). 

Además aparecen varios hermanos clónicos que padecen la enfermedad del sueño (interpretados todos ellos por Dominique Pinon), una enana que se supone la mujer de Krank, los cíclopes que se dedican a robar niños, etc…

La película tiene un universo que te encanta y hechiza de primeras y lo convierte en algo totalmente perturbador.

Encontramos una ciudad portuaria corrompida, donde los niños malviven con pocas esperanzas y ninguna felicidad.

Pandas de desalmados sacan provecho de las malvadas operaciones de los dueños de la plataforma, bien raptando a los pequeños para entregárselos, o bien explotando a muchos niños perdidos o abandonados, obligándolos a convertirse en raterillos callejeros.

Es innegable el original guión, con unos personajes que parecen sacados de un "Freak Show", entre depravados y entrañables. 

Además, destacar una gran interpretación de todos sus actores tanto adultos como infantiles (algunos dirán exageradas, pero que a mi me parecen llenas de desparpajo), y una ambientación oscura que empapa de melancolía y tristeza.

Es cierto que puede resultar una historia chocante, debido a su enrarecida atmósfera combinada con dejos de comicidad. Aunque se parte de una idea original que va tomando buena forma, en determinados momentos pierde el ritmo y se hace lenta.

La adición de la hermosa música de Angelo Badalamenti, contribuye al entorno onírico y surrealista de la historia. 

Pero si hay que destacar una cosa, es el mensaje de la necesidad de los adultos de preservar una parte de los niños que llevan dentro y que fueron en su día, si uno no quiere envejecer interiormente demasiado rápido.



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Chinatown (1974): Corrupción en el Barrio Chino


Los Ángeles, 1937. El detective Gittes, especializado en divorcios, recibe la visita de la esposa de Mulwray, el jefe del Servicio de Aguas de la ciudad, que sospecha que su marido la engaña. Al mismo tiempo, Gittes descubre que los agricultores acusan a Mulwray de corrupción por su negativa a construir un pantano que paliaría la sequía que sufren.

Chinatown es uno de los máximos exponentes del cine negro y describe a este género como tal, por un lado nos muestra lo más oscuro de la sociedad y por otro, el héroe es empujado al abismo por una mujer. 

Cuenta Chinatown una historia ajustada a las pautas del cine negro clásico, en la que un detective irónico y caradura trata de averiguar, que hay detrás del asesinato de un potentado, al tiempo que emprende una apasionada relación con la enigmática viuda del magnate.

Recreación/homenaje del citado cine negro, Chinatown consigue superar esa condición alcanzando un excelso nivel que la hace igualar, incluso superar, a las películas que homenajea.

Destacable es el hecho de que, debido a la época en que fue rodada, la película pudo introducir elementos escabrosos que hubiesen sido impensables en épocas anteriores. 

Tanta intriga y nerviosismo vale la pena, y Roman Polanski dejó más que demostrado que incomodar al espectador no se le da nada mal.

Polanski lleva la narracion con pulso e interés, consiguiendo una película efectiva a la vez que complicada, ya que no se dan demasiadas pistas al espectador, culminando en un impresionante, aunque algo injusto, (sí, esperaba un final feliz, así soy yo), final, que te deja absorto durante varios minutos.


Roman Polanski a través del guión de Robert Towne nos traslada a los Estados Unidos de los años 30 y nos introduce desde el comienzo a Gitte, un famoso detective, odiado y amado. 

Un día una misteriosa mujer se acerca y le dice que investigue a su esposo Hollis Mulwray, un respetado ingeniero, jefe de un millonario proyecto de construcción. Ella lo acusa de infidelidad. Desde ese momento Gittes es sumergido en lo más hondo del pantano, en lo más nauseabundo de Estados Unidos.

Se toma su tiempo para que el espectador no se pierda con tanta información; desde el primer momento nos enganchamos al problema y al problema que puede esconderse detrás. 

Y a medida que se van sumando los demás participantes de la trama, nos vamos acercando más al desenlace, pero sin perder el ritmo del suspense en ningún momento.

Una película sin duda extraordinaria que nos transporta al pasado, bastantes años atrás, a Bogart, a Marlowe, a Hawks, recrea magníficamente ese ambiente sórdido, de poder, de corrupción, aquí estupendamente intercalado con dramas personales enquistados y tremendos, consigue además en los momentos finales casi cortar la respiración, dejarnos literalmente helados, en un epilogo, que si cabe, aún supera al resto de la cinta.





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Saw (2004): Juego peligroso de supervivencia


Adam se despierta encadenado a un tubo oxidado dentro de una decrépita cámara subterránea. A su lado, hay otra persona encadenada, el Dr. Lawrence Gordon. Entre ellos hay un hombre muerto. Ninguno de los dos sabe por qué está allí, pero tienen un casette con instrucciones para que el Dr. Gordon mate a Adam en un plazo de ocho horas.

Saw o el juego macabro de un ingenioso psicópata, que ofrece una segunda oportunidad a criminales para redimir sus pecados. 

Pero para escapar de la muerte, primero se tendrán que enfrentar a sus propios miedos, para superar las macabras pruebas que les tiene reservadas. 

De ésta forma podríamos resumir el argumento de esta saga de películas de terror. 

En ésta primera entrega, el director James Wan sorprende al espectador por la puesta en escena de unas victimas, que a su vez, fueron verdugos en el pasado de otras víctimas, pero que acaban encerradas en un baño sucio y oscuro para purgar sus pecados.

Para salir de esa trampa mortal tendrán que usar su templanza y su ingenio, pero en una situación así las cosas no son nada fáciles.

Saw es una película que se sale de las reglas establecidas en el género de terror. Tiene una componente psicológica notable, un poco de inventiva por parte de las víctimas que se enfrentan a terribles situaciones límites, y un factor de suerte. 

Toda la narración se desarrolla en un único escenario, unos sucios y abandonados lavabos. 

Entre medias, se van sucediendo flashbacks que cuentan la investigación y persecución de un asesino en serie llamado “Jigsaw”, quien parece ser el secuestrador que los mantiene atrapados.

Con una estética sucia y una fotografía de tonos azulados e incómodos, “Saw” parece imitar la atmósfera de “Seven” (1995) y reinventar la idea de “Cube” (1997) de llevándola al extremo, un extremo gore para ser más exactos. 

Wan basa su película en un terror tanto visual como psicológico, mediante escenas explícitas para lo primero, e insinuaciones y encuadres oscuros para lo segundo,

Lo que verdaderamente da lástima es el rumbo que tomó Saw a partir de la 3ª película (se han hecho un total de 7) ya que pasó de centrarse en la historia y optó por el morbo con escenas cada vez más sangrientas dejando el misterio y la intriga de lado.

Por lo que respecta al argumento, al final se rizó el rizo y no salió bien. “Saw” se hubiera tenido que quedar con una trilogía o seguir por el camino que eligió la primera. 


Este juego macabro que plantea el director, también es de alguna manera un ejercicio sociológico sobre el comportamiento humano en situaciones límite, y hasta dónde puede llegar la razón a controlar los actos que salvaguardan el instinto de supervivencia.





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American Psycho (2000): Snob asesino



Patrick, un hombre pulcro, que se cuida incluso de una manera sobrepasada, tiene dinero y poder, es culto, sabe manejar sus negocios, se junta con los empresarios más ricos y sofisticados, tiene una vida en la que las apariencias son fundamentales: Los buenos trajes, la comida moderna, los peinados cuidados, su atractivo físico...

Se podría decir que Patrick es un icono a seguir de la época en la que se basa la película, que tiene una mezcla entre moderno, retro y psicodélico. 

Un hombre encajado en la sociedad, totalmente alejado de su naturaleza, o que intenta ocultarla, reprimirla, haciendo lo posible para enterrarla, intenta aparentar todo lo contrario a lo que realmente es: Un sanguinario con instintos de matar.

Una de las películas que lo primero que generó fue el asombro y la respectiva polémica por el escabroso tema que trataba. 

Y es que esta historia que contaba Bret Easton Ellis en su novela "American Psycho", fue aclamada por unos, y denostada por otros; pero con la suficiente fuerza narrativa para convertirla en un "Best-Seller", y casi de inmediato llevada con éxito a la gran pantalla.

Como película trasgresora no tiene muchos méritos, como sádica, hasta cierto punto merece algo de respeto, como historia de vida real es poco factible que ocurra en las condiciones que aquí se plantean. 

Por lo tanto en rasgos generales, no es la gran película que se vende, pero no defrauda tampoco.

Lo rescatable es la muy buena actuación de Christian Bale, conmovedor es ese personaje frívolo, egoísta, vanidoso, narcisista, maquiavélico y sin escrúpulos. Para el aplauso sin lugar a dudas.

Del argumento y del concepto que transmite me quedo con la idea de la careta que el ser humano es capaz de tener puesta y donde lo más sórdido y malvado de nuestro ser, se camufla con apariencias engañosas.

Características propias de una sociedad hipócrita donde todo es sonrisa por fuera y odio por dentro, el doble mensaje es moneda corriente y de eso hay mucho en el discurso de la directora australiana Mary Harron. 

No es que todos queramos matar al vecino (aunque a veces podamos desearlo), pero creo que esta película hace una crítica muy constructiva sobre lo que estamos haciendo con nuestra naturaleza.

Es cierto que en este mundo tan caótico y lleno de salvajadas hace falta emplear normas y leyes, para que no cunda la anarquía en la sociedad.

Pero precisamente, tantas normas y leyes nos hacen olvidar lo que realmente somos: Animales, con capacidad para razonar, pero somos lo que somos.

Opino que por eso la gente emplea tantas vías de escape para sacar lo que reprimen, ya sea practicando un deporte, fumando, bebiendo, ... y creo que eso es lo que nos muestra esta película, creo que todos llevamos un Patrick dentro de nosotros, una parte de nosotros reprimida que desea salir y descargarse, pero que, por estar normas, estas leyes, doctrinas de la sociedad, las que a veces apestan a hipocresía y demás, ... no podemos sacar de nosotros.

Humor negro y una crítica a la sociedad (sobretodo de la adinerada Americana) hacen de American Psycho un film reflexivo.
En definitiva, una idea buena que bajo mi humilde punto de vista podría haber dado igualmente para más. Para mucho más.








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Adaptation (2002): Entresijos del proceso creativo


Charlie Kaufman, un guionista de Los Ángeles, vive un periodo de crisis creativa, todo lo contrario que su hermano gemelo Donald. Charlie escribe tal como vive: con gran dificultad y lleno de inseguridades, mientras que Donald vive tal como escribe: con dejadez. Por su parte, Susan escribe sobre la vida, pero es incapaz de vivirla. Por el contrario, la intensa y aventurera vida de John es digna de una novela.

Después de sorprender a toda la industria con Cómo ser John Malkovich, Spike Jonze confirmó su sello personal, autoral y arriesgado con su segunda película, Adaptation (o El ladrón de orquídeas), un insólito y original juego de espejos y laberintos formales, que como su anterior obra, no se parece a ninguna otra en la larga historia del cine. 

Adaptation, si tuviera un único tema central en su abigarrada trama, sería el del enamoramiento de los creadores artísticos sobre sus criaturas.

Trata sobre el guionista Charlie Kaufman, (guionista además en realidad del filme) en pleno bloqueo creativo ante la adaptación para el cine, de la última novela de Susan Orlean, El ladrón de orquídeas.

Todo empieza cuando la verdadera Susan Orlean escribe un libro, en el que cuenta la historia de John Laroche, un hombre interesante y lleno de historias al que conoció y del que quedó totalmente impregnada de vida; aprendiendo multitud de valores y esencias pasionales.


 A Kaufman le encargaron realizar una adaptación del libro para la gran pantalla, y visto que en el libro había una riqueza inmensa, no quería hacer algo sencillo, quería plasmar todo lo que éste transmitía lo más eficazmente posible. Pero no era nada fácil realizar algo así, sin una trama aparente, sin protagonistas ni personajes especiales... era todo un reto.

Y de esto es de lo que trata la película. El guión que Kaufman escribió para "Adaptation", es su propia historia escribiendo ese mismo guión. 

Es realmente una idea original y una salida de un atolladero del que no veía fin, de la manera más especial posible.Todo esto se alterna con la historia de cómo Susan Orlean escribió su novela, fascinada en la investigación sobre el auténtico “ladrón de orquídeas”.

Charlie (un inmenso y duplicado Nicholas Cage) se obsesiona hasta lo platónico con el personaje de Susan, sin en realidad haberla conocido personalmente, sólo por la idea de cómo debe ser ella ante sus páginas en blanco.

Por su parte, Susan (Meryl Streep, en el resurgimiento comercial de su carrera en aquel entonces, encarnando un personaje complejo de forma absolutamente sutil), ve en el único y central personaje de su novela, John Laroche, todo lo que no tiene en la vida: verdadera pasión; y esa ausencia es lo que le lleva a un amor obsesivo y único por él.

Y John Laroche (inmenso e irreconocible Chris Cooper), un artista en otros campos, adora, por encima de todas las cosas, esa rara avis de las orquídeas que busca sin descanso.

La cinta por momentos se torna intencionalmente confusa y difícil de digerir para un público que espera un filme convencional. 

Sólo en su fase final la cinta adopta un estilo más convencional y trillado, con la clara intención de hacer una crítica hacia las producciones comerciales que salen de la industria de Hollywood.


Puede que su originalidad vaya en detrimento de la aceptación del público en general, que no ande con ganas de ponerse a filosofar sobre cómo es la vida y cómo elegir vivirla, que aburra a quienes no estén predispuestos a aceptar este desafío narrativo que propone Spike Jonze.


Pero no quedan dudas que su ingenio para criticar a los convencionalismos de la industria cinematográfica, debe tener algún tipo de reconocimiento de aquellos que aceptamos propuestas distintas, que van más allá del simple cine de entretenimiento.



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