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Phillip Morris, Te Quiero (2009): Mintiendo y Estafando por amor



Basada en el libro de Steve McVicker, cuenta una historia real, tan irreal, que te aseguran dos veces nada más empezar que lo que se va a ver ocurrió realmente.

Steven Russell (Jim Carrey) es un hombre con una vida aparentemente perfecta, pero que en realidad es una mentira. Lleva toda la vida ocultando que es gay, y cuando, accidentalmente, su verdadera condición sexual sale a la luz su vida cambia radicalmente.

Intentando recuperar el tiempo perdido se mete en una vorágine de gastos que solo puede solventar con engaños y timos. El convertirse en un verdadero fenómeno del escapismo y la estafa, le hará acabar con sus huesos en la cárcel.

Pero no hay mal que por bien no venga y allí conocerá a Phillip Morris (Ewan Mcgregor), el que se convertirá en el amor de su vida. 

Cuando Phillip sale en libertad, Steven llevará la mentira a extremos casi disparatados, con tal de poder reunirse con su amor.

Se agradece el intento por parte de los directores Glenn Ficarra y John Requa de hacer una comedia diferente, pero no termina de definirse.

Hay ciertos aspectos a destacar, como la lentitud de algunos momentos y que algunos pasajes no resultan creíbles y a la vez, confusos.

Uno, como espectador queda un tanto desconcertado, pues no sabemos si su historia va en son de broma o si se trata de esbozar una sensible mirada hacia los amores que deben vencer obstáculos.

Claro que hay un poco de cada cosa, pues por un lado se muestran muchas bromas ligeras referidas a lo sexual en las relaciones entre gays, y a la picardía que habita de las constantes estafas del personaje principal.

Mientras, por otro lado se exhiben algunos toques más serios que apuntan a analizar la complejidad del amor verdadero (la tragedia, el desamor, la pérdida y el dolor), además de dejar algunas sutiles críticas hacia el sistema legal estadounidense. Por si no se ha dicho; que los protagonistas sean homosexuales es secundario y no el centro de la trama.

Jim Carrey, como de costumbre, hace una profusión de muecas y frenesí interpretativo, lo que sin embargo a este papel, le viene como anillo al dedo.

Si bien, su peculiar estilo de interpretación sobreactuada, impide que veamos en Steven Russell a un personaje real, que se enamora y sufre. 

Algo que en otras películas suyas funcionaba a la perfección, aquí se convierte en un lastre que neutraliza otras muchas virtudes que podían haber hecho de “Phillip Morris ¡Te quiero!” una película mucho mejor.

Su compañero de reparto, Ewan McGregor, entiende mejor que Carrey a su personaje y él si que sabe hacer un trabajo creíble, que equilibra el tono de la película. 

Está irresistiblemente perfecto y adorable, como enamorado hasta las últimas consecuencias. Se echa de menos que tenga mucha más participación en la historia.

Phillip Morris ¡Te quiero! es, por descontado, una película cómica. Si algo la hace efectiva, es su naturalidad y su sentido del ritmo, y después una buena puesta en escena.

Tiene momentos para la risa, con escenas muy canallas, y momentos para contenerse con un nudo en la garganta. No me extrañaría que en 10 años estuviese considerado un film de culto.







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Agosto (2013): Secretos familiares



Los Weston viven en una gran mansión en las afueras de Pawhuska, en Oklahoma. La desaparición del padre en extrañas circunstancias, provocará que la familia se reúna y que todas sus miserias, dolores y resentimientos salgan a la luz.

Resulta gratificante encontrarse películas que son capaces de desmontarte con suma facilidad algo tan sagrado e intocable hoy en día como la institución familiar y todos los mitos que se crean alrededor de ella.

La historia dramática con pequeños chispazos de humor negro que nos cuenta John Wells en “Agosto” (basada en “August: Osage County”, obra de teatro en tres actos del dramaturgo estadounidense Tracy Letts quien también ha escrito el guión), no es nueva.

Las difíciles relaciones familiares han servido como argumento a grandes películas: acontecimientos traumáticos, que vuelven a reunir a las familias originando un ambiente catártico en el que salen a la superficie secretos, mentiras y rivalidades inconfesables.

A partir de la obra teatral del mismo nombre ganadora del premio Pulitzer, John Wells se mete entre los engranajes que articulan la dinámica familiar: hijos predilectos, amores incestuosos….todo aquello que los modismos niegan pero que, no nos engañemos, existen.

Los personajes son el reflejo de los silencios guardados durante años y de ese extraño sentido del respeto, que misteriosamente suele imperar en la familia media. El mismo sentido del respeto que convierte a sus miembros en esclavos de lo que no les dejaron ser, en títeres movidos por un mente torturada, o torturadora.

Se conforman con lo que les ha tocado vivir, esperando tal vez que alguien de un puñetazo en la mesa durante una comida y diga toda la verdad. 

El mundo de las apariencias en el que felizmente habían vivido entonces se resquebraja; y surgen los monstruos, monstruos llenos de neurosis, resentimientos y vacíos.

Todos los actores, especialmente las féminas, lucen sin despeinarse y nos ofrecen todo un abanico de caracteres ante los que cualquier miembro de una familia, sea sumiso, dominante, ingenuo, se puede ver identificado.

En este caso, el elenco es de lujo. Meryl Streep y Julia Roberts encabezan un reparto que acompañan Ewan McGregor, Juliette Lewis, Chris Cooper, Benedict Cumberbatch, Dermot Mulroney y hasta Sam Shepard en una breve pero importantísima aparición, que luego deriva en desaparición.

Mención especial para una dramática Julia Roberts, en el tal vez, uno de los mejores papeles de su carrera; haciendo de perfecto alter ego de su madre. Y, hablando de la matriarca, una Meryl Streep para variar inconmensurable aunque excesiva y exageradamente histriónica. 

Ella dota a su personaje de esa aprensión, de ese falso orgullo y vanidad que puede caracterizar a cualquier cabecilla que interprete que su vida ha sido un nido de amarguras, y desahogue sus penas pasando el resquemor a sus hijos.

A pesar de la dureza de las confrontaciones familiares, quizá cualquiera se puede sentir identificado con la historia. Como se dice, en todas partes cuecen habas. Un buen drama que, aunque imperfecto y mejorable, merece la pena ver.






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Gravity (2013): Perdidos en el Espacio


Mientras reparan un satélite fuera de su nave, dos astronautas sufren un grave accidente y quedan flotando en el espacio. Son la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock), una brillante ingeniera que realiza su primera misión espacial, y el veterano astronauta Matt Kowalsky (George Clooney).

La misión exterior parecía rutinaria, pero una lluvia de basura espacial les alcanza y se produce el desastre: el satélite y parte de la nave quedan destrozados, dejando a Ryan y Matt a la deriva.

Argumentalmente, la cinta parece no ser nada especial. Es más: prácticamente todo el argumento puede resumirse en el trailer. 

Pero es que eso no es todo, ya que el argumento se fusiona a la perfección con una sinfonía de imágenes que dotan a la historia de una personalidad propia, de una -nunca mejor dicho- atmósfera única probablemente en la historia del cine.

Merece la pena señalar que a nivel de realización, éste film es un verdadero prodigio; es una experiencia tan sobrecogedora como fascinante, y lo que es más alucinante es cómo el director Alfonso Cuarón consigue ponernos en nuestro sitio dentro del universo: no somos nada. Ni siquiera una minúscula mota de polvo o basura espacial. Nada de nada.

Y a partir de ahí, que cada uno empiece a pensar el lugar que tiene, de donde viene y a donde va. Este discurso, aunque resulte pretencioso, está articulado con tal sencillez, que te envuelve sutilmente y se queda lastrado en un argumento trepidante, que te agarra sin preámbulos desde el inicio y que no te suelta, hasta el último plano del film. 

Volviendo a su escueto reparto, seria injusto no destacar el magnífico trabajo de Sandra Bullock, una interprete que no es para nada del gusto de quien les escribe, y que está realmente convincente en un papel que supone todo un vapuleo emocional.

Mientras su compañero de infortunios, un siempre gratificante George Clooney, hace lo que mejor sabe, dejarse llevar con la autosuficiencia y el instinto de los grandes animales de la escena.

El cine puede ser un negocio. Puede ser una propaganda. Pero sobre todo el cine es entretenimiento. Muchas veces la gente dice que una película tiene que "enseñar" algo y yo a veces estoy de acuerdo con ello y a veces no.

Cuando una película me transmite de verdad, mi corazón late al ritmo de la música de la película, pierdo la noción del tiempo. Y de pronto termina la película. Así es como yo considero cuando una película es buena. Y hacía muchísimo que no sentía una película como "Gravity".

Gracias Alfonso Cuarón...has hecho posible una ilusión que siempre he tenido desde que tengo uso de razón y es poder sentir esa libertad y a la vez agonía claustrofóbica al estar en el espacio. Ese miedo a lo desconocido que provoca la inmensidad de la oscuridad.





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Sin City (2005): La Ciudad del Pecado



En Sin City, ciudad de policías corruptos y atractivas mujeres, unos buscan venganza, otros, redención, o ambas cosas a la vez. Marv (Mickey Rourke) se propone vengar la muerte de su único amor. Dwight (Clive Owen) es un investigador privado con problemas que resolver. Hartigan (Bruce Willis), el único policía honrado de la ciudad, sigue la pista de una joven que está en manos del sádico hijo de un senador.

La película se centra en tres historias de diferentes personajes, al no haber protagonistas, se centra mucho en mostrar la vida de los habitantes de Basic City, de manera que hay gran cantidad de personajes.

Estos personajes son un gran elenco de geniales actores que dan vida a los crueles y oscuros protagonistas de Sin City, un claro ejemplo es Elijah Wood, Bruce Willis, Clive Owen o Mickey Rourke. 

El hecho de que halla tres historias, hace que la película no caiga en la monotonía de una sola trama y un solo protagonista, haciéndola más amena y entretenida. 

Lo mejor es, sin duda, la estética de la película. Es preciosa de ver. 

Toda ella va siendo narrada por varios personajes que cuentan sus diferentes y violentas historias con un denominador común: todas ellas transcurren en una ciudad sin ley. 

La forma de contarte las historias, con una "voz en off" es un acierto.

Posiblemente, el punto débil de Sin City es que las historias se cruzan, pero apenas tienen relación y hubiese sido de agradecer un final más elaborado con alguna relación entre personajes.

A pesar de no ser un incondicional del comic ni de Frank Miller, debo reconocer que la película se deja ver y hace patente la currada de sus progenitores en todo lo que hace referencia a aspectos técnicos.

El efectismo de sus imágenes y ese uso abusivo, casi pornográfico, de la violencia enganchan al espectador y lo llevan en volandas durante casi toda la historia. 

Sin embargo, si dejamos a un lado sus innegables virtudes digitales, su latente erotismo (Jessica Alba y Rosario Dawson) y su escrupulosa estética, lo que queda es bastante precario: una nueva tentativa de cine negro fallida, un guión digno de comic adolescente, una narración deslavazada y cargante, y unos personajes tan planos como el encefalograma de un cadáver.

El ritmo de la película, es algo lento y falto de pasión para una película en mi opinión, pero al fin y al cabo es como un cómic: la pasión la pones tú.

Visualmente arrolladora, aunque puede desbordar al espectador que no le gusta la violencia excesiva y gratuita, ya que sus viñetas contienen mucha sangre y crudeza.







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The Master (2012): La Gran Secta













Lancaster Dodd (Seymour Hoffman), un intelectual brillante y de fuertes convicciones, crea una organización religiosa que empieza a hacerse popular en Estados Unidos hacia 1952. Freddie Quell (Joaquin Phoenix), un joven vagabundo, se convertirá en la mano derecha de este líder religioso. Sin embargo, cuando la secta triunfa y consigue atraer a numerosos y fervientes seguidores, a Freddie le surgirán dudas.

The Master es una película abstracta, simbólica, ambigua y que al final no ofrece respuestas claras a las preguntas que nos siembra -obliga a que el espectador, cree sus propias conclusiones y tome una postura, lo cual incomodará a los que estén acostumbrados a argumentos "procesados"-, en ocasiones hasta puede resultar ininteligible y engañosa (en ella no es fácil distinguir qué es lo real, qué es un recuerdo, sueño o alucinación).

De alguna manera la forma en que se nos presenta la película es un reflejo del comportamiento de su desorientado, roto, protagonista, Freddie Quell, o de los fundamentos de esa nueva, aún en construcción, filosofía de vida que se le presenta casual, milagrosamente ofreciéndole liberarlo de traumas del pasado en voz y figura de su propio fundador, Lancaster Dodd, La Causa.

Pero a pesar de todo esto o, gracias a todo esto, resulta envolvente, seductora, y nos hace querer saber y ver más de ella, descubrir sus misterios. 
El director Paul Thomas Anderson, nos sumerge en la vida de un ambicioso predicador y sus métodos que prometen un mejor porvenir, siempre y cuando se sigan sus instrucciones al pie de la letra.

El personaje interpretado por Seymour Hoffman, Lancaster Dodd, es una inspiración libre sobre L. Ron Hubbard, fundador de la secta que tiene fieles como John Travolta o Tom Cruise. 

No obstante, P.T.Anderson se permite el lujo de no citar a la cienciología como característica de que lo ocurrido en éste film, es válido para cualquier secta; sin embargo, las citas y guiños a esa "religión" son innegables.

Por otra parte, todos los detalles, incluidos preliminares, en relación a la "iniciación", ya que Quell acaba siendo un conejillo de indias, contienen los pasos a seguir que creo que podrían ser válidos para cualquier secta, usando un convencimiento y una palabrería, para hacer creer el oyente que lo que ve es real.

Y aunque por parte del director, parece no posicionarse por la secta o en contra de ella, es evidente que los continuos errores y el nerviosismo de Dodd denotan una falta de confianza en el fundador en sí.

Y probablemente a raíz de esto, éste sea uno de los grandes fallos de la película, y es el no explicar o no saber nada de la verdadera fundación o como surgió la idea para crear esa "iglesia".

El personaje de Philip Seymour Hoffman, físicamente adquiere unos aires de líder místico propio de una secta. 

Mientras que el personaje de Joaquin Phoenix es un hombre perdido, histriónico, alcóholico y mentalmente inestable, el típico hombre desorientado que ha sufrido terribles traumas psicológicos y del que aparece un hombre con grandes ideas ambiciosas que se aprovecha de él.

La importancia e interés no sólo recae en esta parte de la historia en sí, sino en profundizar en el proceso de creación de una nueva religión, en ver de cerca cuales son los métodos que utiliza "el maestro" para convertir a la gente en sus súbditos.

No me olvido de la bella y enigmática Amy Adams, encarnando a la fiel esposa del maestro, que aunque en este film adquiere un protagonismo más bien secundario, realiza una labor más que notable.

Una película que es bastante densa y lenta, no es comercial, no gustará a muchos, y muchos ni la entenderán. Pero es innegable el talento, y el buen hacer del director y de todos los intérpretes por hacer de ella, algo destacable.









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