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La Conversación (1974): Espionaje Paranoico




Harry Caul, un detective cuyo prestigio como especialista en vigilancia y sistemas de seguridad es reconocido por todos sus colegas, es contratado por un magnate para investigar a su joven esposa, que mantiene una relación con uno de sus empleados.

Deberá escuchar todas sus conversaciones. La misión, para un experto de su categoría, resulta a primera vista inexplicable, ya que la pareja no ofrece ningún interés fuera de lo común. 

Sin embargo, cuando Harry da por finalizado su trabajo, advierte que algo extraño se oculta tras la banalidad del caso, ya que su cliente se niega a identificarse, utilizando siempre intermediarios.

La obra se enmarca en lo que se conoció como New Hollywood, etiqueta que englobaría el cine iconoclasta hollywoodiense de los años 70, con obras como "Taxi Driver", "La noche se mueve", etc.

No hay duda de que Francis Ford Coppola se encontraba en lo más alto de su carrera cinematográfica, se podría decir que estaba en racha. Como así lo demuestran una serie de películas que van desde 1972 hasta 1979. 

El guión escrito por el propio director está muy bien atado, con un giro inesperado hacia el final de la película. Es una trama compleja de entender pero sencilla en sí, que te hace meterte en el claustrofóbico papel de protagonista y obsesionarte con esas escuchas.

Una fascinante película de suspense e intriga, olvidada por muchos, infravalorada por otros, que se trata de una de las cintas más importantes de la filmografía de Coppola.

La historia nos muestra a un detective parco y solitario, músico de jazz en sus ratos libres y católico recalcitrante, que mantiene una gran culpa por los daños colaterales causados por su profesión. 

El film está marcado por la personalidad del personaje, muy bien elaborado por Hackman. Es un hombre pusilánime y taciturno que trabaja colocando micros ocultos.

Una especie de espía moderno que lleva una vida discreta y marcada por el secretismo de su trabajo, hasta el punto de volverle paranoico y no distinguir la realidad de su imaginación. 

A los logrados aspectos técnicos consabidos y la interpretación de Hackman, añadir otros apreciables: la actuación del mítico John Cazale, breves papeles para Harrison Ford, Teri Garr y Robert Duvall, y sobre todo la música a piano de David Shire.

Nos vigilan, nos escuchan, oyen cuanto decimos o pensamos en voz alta. Esta película de Coppola le deja a uno incómodo y con una sensación de sombría reflexión ante lo que nos muestra. 

También es cine en estado puro, cine del bueno, hecho sobre una historia más que vigente después de más de treinta años.

Cómo después de desnudar nuestros más profundos secretos; conceder confidencias a alguien de nuestra entera confianza, éstas pueden pasearse por ahí como si nada y volverse en nuestra contra.


Y cómo existe un submundo o otro mundo que cuenta con todos los mayores adelantos, no conocidos por la mayoría de nosotros, cualquier soporte tecnológico o de otra índole, para penetrar en nuestras vidas y gobernarlas a su antojo o al capricho de quien lo pague, con la más que posible finalidad de perjudicarnos o de perjudicar a personas de nuestro entorno, queridas o conocidas. Quizás mejor ni pensar en ello.





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