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El hombre del brazo de oro (1955): El horror de las drogas




Frankie Machine (Frank Sinatra), un hombre con talento musical, sale de la cárcel y, además, consigue dejar la heroína. Su principal problema será encontrar un medio de vida honrado, evitando las drogas y el juego. 

Lo bueno del film, es que nos narra la vida de un hombre cuya vida siempre ha estado condicionada por todos aquellos que estaban a su alrededor, que usaban su talento para su propio beneficio sin importarle las consecuencias como si de vampiros se trataran.

Frankie Machine es explotado por su habilidad en el juego de póquer, pagándosele una comisión por las ganancias. 

Es explotado por su propia mujer Sofía Zosh (Eleanor Parker) que le hace creer que está paralítica para que no la abandone, y por el personaje que le vende y le inyecta la droga (heroína)

Por otro lado, tenemos la benevolencia del personaje, que también le jugaría malas pasadas al ser víctima de gente con un egoísmo incontenible.

El director Otto Preminger se atreve a tratar en esta película un tema siempre espinoso, y más aún en la época. La droga como sustento de los largos días de su protagonista y como martirio de sus esperanzas.
El director profundiza detenida y apropiadamente en la dependencia del protagonista, que le lleva a la más extrema desesperación y locura.

La película, que podría entrar en la categoría de lo que se dio en llamar “film noir” da una importancia decisiva al contexto, al entorno hostil (social, económico y familiar), el chantaje (mafioso y amoroso) y las propias pasiones amorosas, que son, en esencia, el tema de fondo de la película.

Alejándose a su vez, de cualquier postura moralista sobre el uso, abuso, o pesadilla de la adicción a la heroína, postura que desafortunadamente sí hemos visto en otras películas mucho más recientes y "llamativas".

A pesar de ciertos aspectos poco creíbles del guión, éste presenta una historia interesante y nos embarca en un crescendo dramático bien interpretado por sus tres actores principales. 

Tanto Eleanor Parker como Kim Novak siempre regalan buenas actuaciones, y su presencia esta vez bien que lo corrobora. Confieso que no me esperaba a un Frank Sinatra tan solvente y metido en su papel.

Aun que me da que, con otro actor de más facultades que el señor Sinatra, esta película en vez de quedarse en buena hubiese derivado en una obra sobresaliente. Aún así, son dos horas de cine que nadie debería perderse. Muy recomendable para cualquier cinéfilo.







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