Hay sucesos en
la vida de las personas, que pueden y de hecho lo hacen, cambiar el futuro, el
destino de ellas. Este es el tema principal de esta película.
Tres grandes
amigos, son protagonistas en su juventud de un suceso (el secuestro y abuso
sexual por parte de uno de ellos), que de distintas formas, conducirá sus vidas
por diferentes senderos.
Tras pasar el tiempo, la
vida de los tres chicos toma rumbos diferentes, Jimmy (Sean Penn), después de
haber tenido problemas con la justicia en la adolescencia, se dedico a
administrar un negocio propio.
Sean (Kevin Bacon), se metió al cuerpo policial como detective y Dave (Tim Robbins), quien fue el que sufrió el secuestro, se convirtió en un padre de familia ejemplar.
Sean (Kevin Bacon), se metió al cuerpo policial como detective y Dave (Tim Robbins), quien fue el que sufrió el secuestro, se convirtió en un padre de familia ejemplar.
Estos tres personajes, tras
un largo tiempo sin verse, se vuelven a unir, a través del asesinato de la hija
de Jimmy, pues el trío se encuentra envuelto en el misterioso crimen: Jimmy
como padre de la víctima, Sean como investigador encargado del caso y Dave como
testigo ante la policía y como sospechoso ante su esposa.
"Mystic
River" se aparta de los convencionalismos que Hollywood dictó para los
géneros del "thriller", de la intriga o del cine policiaco. Y es que
Clint Eastwood es un director muy personal, que busca reinventar géneros a su
medida, lo que, si bien es arriesgado, es de agradecer dado el panorama del
cine americano de hoy.
Rara vez podemos ver personajes tan desmitificados (¡con lo dado a los mitos que es Hollywood!).
Aún menor es la frecuencia con que podemos ver personajes tan complejos: seres de carne y hueso que evolucionan conforme avanza la película.
A ello contribuye un reparto, con el trío protagonista a la cabeza, sobresaliente.
Es una película en la que sus
personajes principales sufren, aunque no todos con la misma intensidad.
El dolor que siente Sean
Penn, por el asesinato de su hija lo lleva a cegarse por la venganza y no
atiende a ningún tipo de razonamiento.
Tim Robbins arrastra el
dolor desde su niñez y este no decrece con el tiempo sino que por el contrario
le convierte en un ser anodino, que pasa por la vida con más pena que gloria,
trazándose el mismo su cruel destino.
Finalmente, Kevin Bacon
sufre de problemas maritales, y se enfrenta como policía, a un caso de
asesinato dónde convergen las vidas de sus 2 amigos.
Hay que tener en cuenta que Eastwood no es de fiar como artista moralizador, por mucho que pretenda hacernos creer lo contrario, se supone que somos seres pensantes.
En este aspecto,
a mí no me la cuela; ya se sabe, la bandera americana por aquí, estereotipos
por doquier (aunque lo oculte bastante bien con buenos actores), el supremo
valor cristiano de la familia por allá, etc.
Sabemos de qué va y a qué o quién representa Eastwood, mas o menos. Eso no quita lo demás, esta película nos remueve algo por dentro.
Sabemos de qué va y a qué o quién representa Eastwood, mas o menos. Eso no quita lo demás, esta película nos remueve algo por dentro.
Así que quién
ande buscando un final moral en esta película, que sepa que no lo hay. ¿Hay algún malo? O ¿Hay algún bueno?, pues ni lo uno
ni lo otro.
En el guión encontramos, paradójicamente, la mayor virtud y también el mayor vicio (en ello se aparta de la perfección): el mecanismo de la trama es envidiable y mantiene al espectador en vilo.
Sin embargo, a
veces resulta complicado creerse alguna que otra casualidad y tal vez algunos
cabos quedan sueltos, sin toda la definición que tal vez necesitaran. Pero eso
al lado del resto es una pequeñez.
En cualquier
caso una película muy especial, con tres de las mejores actuaciones que he
visto en mucho tiempo, que la hacen inolvidable.
1 comentarios:
Hola amigo. A mí no me gusta demasiado esta película por una razón muy básica: la cámara es muy neutral con los malhechores.
Es evidente que yo si veo malos en esta película. Y son los que matan a Tim Robbins, tanto Kevin Beacon como sus secuaces.
Claro que la película toma diferentes lineamientos y ofrece una reflexión sobre la violencia y el cierto sin sentido de la vida. Pero, la cámara (el director) no puede guardar tanta complicidad con los malhechores, como en esa escena final donde Kevin Beacon guiña el ojo a su secuaz.
Esa es mi opinión. El cine no debe ser neutral con los malhechores. Y malos en esta película, para mí los hay, más allá de que existan mil y un condicionantes vitales.
Un saludo
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