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La Última Noche (2002): Examen de Conciencia



Ésta es una lección moral, un canto a la vida y una cruel visión de que no todos tienen segundas oportunidades (aunque las merezcan).

¿Cómo puedes afrontar tu último día y tu última noche en la calle si sabes que al día siguiente serás encerrado durante siete años?

Ésta es la pregunta que ronda por la cabeza de Monty Brogan, un camello que ha sido vendido a la policía por alguien de su círculo de confianza, tras años y años de vivir a cuerpo de rey.

Monty tiene un turbio pasado con unos socios rusos y en una inspección en su casa encuentran "casualmente" varios kilos de droga. 

Será entonces cuando salten las dudas sobre quién ha sido el chivato; puede tratarse de su novia, sus amigos de la infancia o cualquiera relacionado con el negocio.

Así narrará lo que será su último día en Nueva York antes de entrar en la cárcel.

Nuestro protagonista minuto a minuto, muestra su tormento, angustia y desesperación, ante aquello que es inevitable y que al mismo tiempo le consume, le asusta... tratando de redimir sus pecados, desesperado, en busca de respuestas y hechos que cambien su destino.

Edward Norton borda el papel protagonista, casi podría decir que su mejor interpretación.
Descubrí al actor Philip Seymour Hoffman en este papel, como Jacob, un tímido profesor universitario.


Pero fue sobre todo ese Slaughtery, un brillante broker de Wall Street interpretado por Barry Pepper, el que me sedujo, interpretativamente hablando, de forma incisiva y despiadada.

Hace un papel casi tan brillante como el de Norton, como ese broker ambicioso, bello y nihilista pero dispuesto a hacer cualquier cosa por su amigo.
Brian Cox, como el padre de Monty, pone una deliciosa nota melodramática, dejando la película y la historia bien cerradas.


La película tiene momentos destacados, pero los más especiales son sin duda los dos monólogos, especialmente el apoteósico “Fuck You” de Edward Norton-Monty Brogan frente al espejo, uno de los Mejores de la Historia del Cine.

No se puede transmitir más rabia, frustración, asfixia, pasión, miedo y sensibilidad; y esto en apenas cinco minutos,

“La última noche” no es una película fácil y no busca complacer a todo el mundo, eso se nota desde el inicio y creo que eso es digno de ser rescatado.

Engañosamente sencilla, tramposamente trascendente. Al final, nos deja el regusto de haber visto una película redonda y melancólicamente bella, gracias sobre todo a su estupenda banda sonora.







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