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Camino a la Perdición (2002): Balazos de Amor Filial




Mchael Sullivan (Tom Hanks), lleva trabajando para el señor Rooney (Paul Newman) bastante tiempo como matón a sueldo; lleva una vida peligrosa para él pero buena para su familia, ya que gracias a los servicios que presta a la organización mafiosa se ven beneficiados de una estabilidad económica, inusual en la difícil época por la que está pasando el ciudadano medio estadounidense. 

Pero pronto la traición y la venganza le convertirán tanto a él, como a su mujer e hijos en blanco de las pistolas.

Ese prefacio sirve para una historia, que se desarrolla siempre con elegancia y fluye con cierta parsimonia, y que sin duda engancha por sus peculiaridades dentro del género. Peculiaridades que por supuesto no voy a revelar, pero que tienen que ver con las situaciones que se nos van planteando.

Más allá de que estemos ante una magnífica cinta de gangsters, ésta es una película de amor. Una película de amor paterno-filial a varias bandas.

Y es que Rooney no puede evitar amar a Connor (Daniel Craig), su único hijo irresistiblemente imbécil, y por esa causa tira por la borda el amor que siente por el que en verdad quisiera que fuera su hijo, su protegido Sullivan.

Éste a su vez, no puede dejar de amar incondicionalmente a su familia y, en especial, a su hijo preadolescente con quien recorrerá un largo camino en busca de justicia.

Las interpretaciones son maravillosas. Tom Hanks de lujo, serio y correcto; aunque ciertamente no le va el papel de renegado, consigue dar la talla y salir airoso.
Un veterano y experto Paul Newman, en su despedida cinematográfica, quien con su corta aparición se traga a todos. 
Un Jude Law sorpresivo y desconocido (impresionante su caracterización del peculiar asesino Maguire). 

Igual de corta es la actuación de Jennfier Jason Leigh, pero le da la belleza al filme.
Secundarios conformados por un destacado Daniel Craig, un medio soso Stanley Tucci, y el par Dylan Baker y Ciarán Hinds de complemento importante.

El problema es que es una película muy sutil y contenida, que pasa con excesiva formalidad y demasiado de puntillas por sus situaciones. 
A sus momentos les falta más intensidad, riesgo y personalidad en su guión y puesta en escena. Una cosa es que sea bonita y otra que sea implicante.

Se pasa rápido pero sin un desarrollo excesivamente memorable.

Es muy fácil que "Camino a la perdición" sea recordada por la belleza de sus planos en su forma... pero no tanto por su fondo. Es precisamente su exquisita cinematografía lo mejor de la película.


Tan buena es, que solo por observar el grano y las tonalidades del film, la fotografía con sus verdes y tonos oscuros y sus lluvias, ya merece la pena.

Eso sí, se echan de menos las traiciones y los giros inesperados de guión que poblaban los grandes clásicos americanos del cine negro de los años 40 y 50.

¿Sabe alguien qué fue de esa siniestra figura llamada "femme fatale" que tanto juego dio en innumerables obras maestras del film noir?... Sordidez, engaño, crueldad... Le faltan detalles a esta película.

Aunque, dicho sea de paso, para ser la primera incursión del director Sam Mendes en este complejo género, tampoco lo ha hecho rematadamente mal. 
Digamos que ha logrado salvar el pellejo con un producto que arriesga poco, y que tiene la suerte de contar con un reparto de peso que hace que la película merezca la pena.





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