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El Dilema (1999): ¿Fumar o No Fumar?



 Siempre me ha llamado la atención la gente que fuma. Fumar es actuar, sobreactuar, más allá de la necesidad biológica desarrollada por la adicción, es entrar a formar parte de un estatus, de una clase social de bohemios, ejecutivos, desarraigados o cafeteros. 

Fumar es una conducta social, bien lo saben las compañías que en los años dorados de Hollywood pusieron en nómina a los estudios y sus grandes estrellas para que estas aparecieran fumando en sus películas. Y además de todo esto, fumar es perjudicial para la salud (y el gasto público sanitario).

Una vez mas la industria del cine nos cuenta una historia real y aunque se sirva de un poco de parafernalia y hagan de ello algo comercial nos revela la cruda realidad sobre una sociedad corrupta y manipulada.

A grandes rasgos la historia sería la siguiente: Cuando el Dr. Jeffrey Wigand (tremendo Russell Crowe) es despedido de la compañía tabacalera donde trabajaba, y conociendo los oscuros tejemanejes de ésta en cuanto a las sustancias que contienen los cigarrillos; decide sacar a luz todo lo que sabe.

Para ello, elige un programa periodístico producido por un nervioso y ambicioso hombre, Lowell Bergman (perfecto, sobrio e intenso, como siempre Al Pacino), que hará lo que sea para sacar la verdad a flote.

Está claro que el director Michael Mann hizo ésta película con intenciones de denuncia y crítica a las corporaciones, a la justicia americana y a ciertos grupos de inescrupulosos periodistas que en conjunto tienen más interés por el negocio que por la sociedad.

En determinados momentos, y a medida en que vamos viendo cómo la presión (de Bergman con sus jefes y compañeros para poder emitir la entrevista y divulgar el escándalo; y de Wigand con su familia y con los chantajes que le va haciendo su antigua empresa) aumenta poco a poco, la película casi va adoptando tintes terroríficos hasta llegar a un supuesto clímax.

La película nos muestra con una veracidad asombrosa de qué pasta están hechas las grandes empresas (tabacaleras en este caso), y de cómo "atan" incluso a sus más altos directivos, aparte de la mentiras para con los consumidores. 

Pero si a través del personaje de Wigand vemos el turbio mundo de las grandes empresas en general, y de las tabacaleras en particular; con Bergman asistimos al día a día de un prestigioso periodista, de sus tensiones con sus compañeros y con sus informantes. A la rutina de un buen periodista, en suma. 

Qué decir de Al Pacino, un actor camaleónico, que se impone en cualquier tipo de registro. Russell Crowe, un actor de gran formato (por su corpulencia), y eficaz en sus roles, nos da muestras de lo que serían sus grandes interpretaciones posteriores. Y

Christopher Plummer como actor secundario, es un eficiente actor que ha ganado calidad y categoría con el paso del tiempo.

El poder de la información es muy valioso en nuestros días, pero ¿que pasa cuando esa información no puede ser divulgada porque las leyes te lo prohíben a pesar de que esa verdad es demasiado importante para mucha gente?. 

Esta es la premisa de la película, seguir tus ideales, tus valores o guardar un secreto confidencial.

Una película recomendada y obligatoria para cualquier cinéfilo - claro, esto no es nada para aquellos, a los que no les gusta el cine agudo y crítico, porque aquí no se repara en gastos y cita nombres de tabacaleras y asociados - un auténtico logro dentro del cine americano ejerciendo una crítica muy objetiva.







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