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Con Faldas y a lo Loco (1959): Nadie es Perfecto



La comedia es un género bastante denostado en el cine. Pueden mencionarse sólo unas pocas comedias que son una excepción y pueden ser consideradas auténticas obras maestras: este es el caso.
El estilo de no tomarse en serio... pero tratar una temática que lo es mucho; estas son las buenas comedias, las que son capaces de reír sobre la desgracia.

Tarea difícil la de tener que hablar acerca de una película de este calibre, de la que posiblemente ya se ha dicho todo lo habido y por haber.

De entre todas y casi innumerables virtudes de este film, la mayor es tratar temas como la duda sobre la identidad sexual, el intercambio de rol de sexos y el travestismo en pleno años 50 de la entonces aún más conservadora sociedad americana.

La historia es, como en las mejores comedias, absurda, increíble y hasta surrealista, pero gracias al genio del director y guionista nos la creemos sin generarnos ningún atisbo de duda y sin parecernos ridícula.

Años 20. Joe (Tony Curtis) y Jerry (Jack Lemmon) son dos músicos que actúan en la orquesta de un club nocturno. Tras huir de una intervención policiaca en el local, ambos son testigos involuntarios de la célebre Matanza del Día de San Valentín.

Perseguidos por los mafiosos y desesperados por protegerse y ganar dinero para sobrevivir, se disfrazan de mujer y se unen a una orquesta femenina, que viaja con destino a la soleada y cálida Florida.


La cantante de la orquesta es Sugar (Marilyn Monroe), de la que Joe se enamora al instante, por lo que se inventará un papel de millonario para enamorarla, mientras que Jerry trata de escapar del acoso de un verdadero millonario que le ve como la mujer perfecta.

La película se atreve a parodiar una época y un género emblemático: el de gánsteres. Y lo hace de la mejor manera posible, a través de un guión increíblemente original, que firman Billy Wilder y I.A.L. Diamond, para el lucimiento de unos personajes geniales interpretados por auténticas leyendas del cine: Jack Lemmon (Jerry) y Tony Curtis (Joe).

Tony Curtis metido en su salsa, interpreta a un pícaro caradura y seductor, que lo maneja todo a su alrededor con la seguridad del que siempre se sale con la suya; y Jack Lemmon le hace la réplica cómica a Curtis, siendo el amigo con cabeza pero inseguro.
Se reserva a Marilyn Monroe el que sería el papel más a su medida, el de sensual e ingenua, pero con innegable encanto bien dosificado.

Los expertos vaticinaron que la cinta sería una ruina porque hacía añicos varias de las pautas establecidas en la historia del cine cómico.

Y es que, por citar algunas: la trama desemboca a partir de un espantoso asesinato en masa, el guión no estaba acabado cuando se comenzó a rodar o que la película se alargase hasta las dos horas.  

Billy Wilder hizo caso omiso de las objeciones a filmar en blanco y negro,  para subrayar la ambientación de la época y aparte, poder disimular astutamente el maquillaje de los hombres. 

Su transformación es muy divertida, sin embargo en technicolor resultaría grotesca y un tanto violenta por aquellos tiempos.

No obstante, el público se volvió loco -nunca mejor dicho- y aún lo hace cada vez que tiene oportunidad de verla,

He de decir que se trata de una película con unos diálogos sencillos, con una trama sencilla pero divertida, y en mi opinión es de ahí de donde surge su éxito.
Si bien, el hecho de ser una de las películas más comerciales, plagiadas y versioneadas, la ha podido perjudicar.

Actualmente sus gags no tienen el brillo que tuvieron, por todos los lados hemos visto versiones de los mismos lo que hace que la película resulte previsible. Pero aún así, a quién nos entusiasma los diálogos de Curtis y Lemmon, en sus grandes comedias, debemos recomendarla.

Lo de que "ahora no hace gracia, es antigua" me lo han dicho. Evidentemente, no saben lo que dicen.





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