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Buenas Noches, Madre (1986): ¿Suicidio o Vida?




Partiendo de una premisa muy atractiva, con mínimos recursos técnicos y con un guión basado en una gran y reconocida obra teatral; se desarrolla un encuentro entre madre e hija que parece ser el objetivo muy preparado de esta última, y al que la primera asiste obligada.

En "Buenas noches, madre", todo sucede en una casa y en una misma noche; la historia nos adentra poco a poco en la destrozada vida de Jessie, una mujer de mediana edad, cuya vida es una pesadilla: la epilepsia la incapacita para conservar cualquier trabajo, además tiene un hijo drogadicto y arrastra un matrimonio fracasado. 

Es por ello, que un día determinado, antes de acostarse, decide suicidarse. Junto a su madre, como testigo involuntario de toda su desgracia existencial, vivirá una noche, donde sentimientos y confidencias saldrán a la luz entre ambas.

La madre, desesperada, le intenta convencer de lo contrario por activa y por pasiva, y se suceden unos diálogos entre las dos, que convierten la película en algo teatral, pero bastante interesante.

Eso es todo y todo eso, es mucho más. La película es fulminante en su sencillez, en la humanidad que desprenden sus personajes.

Sin duda es una pequeña gran obra maestra. Porque sin un gran presupuesto y con un formato rozando el telefilm, logran crear una película sobresaliente, diferente, harto difícil de guionizar de forma tan magistral.

Mantiene una tensión frustrante y desesperante llena de altibajos bien estructurados, para crear un ritmo que no decae ni un ápice en más de hora y media.

Trata un tema peliagudo como es el del suicidio; con intimismo, naturalidad, realidad y sin frivolidades ni clichés típicos en otras obras de semejante carácter.

Con un reposado aunque lírico diálogo, la película sondea profundamente en la relación de madres e hijas, mientras que hace una declaración humana e inquietante acerca de la responsabilidad y la valentía.
 
El filme se hace muy interesante y agradable de ver; muy ameno para el amargo tema del que trata, y transcurre de forma desenvuelta y natural.

A destacar el duelo interpretativo entre sus actrices, quienes estaban en sus mejores momentos. Ellas son las únicas actrices en toda la historia.

Por una parte, tenemos a una veterana Anne Bancroft, tal vez bastante sobreactuada y una Sissy Spacek, que a veces parece muy gris, a pesar de ser la protagonista.

Pero el excelente trabajo de ambas, hacen de este real y escalofriante retrato de la depresión, una obra a tener en cuenta y para reflexionar.

Recomendable para los que quieran ver una visión del suicidio creíble, sin bullicios y en un ambiente íntimo y familiar.






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