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¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966): Destrozando Parejas


Debo confesar que vi la cinta debido a las críticas que la tildaban de clásico, y que aún así la vi con mis reservas, ya que se ha tildado de clásico a tanto bodrio; pero afortunadamente para mí, y para todos quienes hayan visto esta cinta, he aquí una excepción.

El matrimonio formado por George y Martha (Richard Burton y Elizabeth Taylor), regresa de madrugada a su casa, provenientes de la habitual fiesta-reunión universitaria de los sábados en casa de los padres de Martha (rector de la universidad).

Nada más llegar a casa ambos inician lo que parece una suerte de "autodestructivos juegos de pareja", donde los protagonistas profieren ataques y reproches mutuos; que poco a poco y a medida que avanza la trama van haciéndonos comprender de qué va la historia.


A todo ello, dos inesperados visitantes que han conocido en la anterior fiesta, serán testigos presenciales de las vejaciones de la pareja de anfitriones; a la vez que progresivamente y tal vez por el efecto del alcohol, terminarán participando también.

Es increíble, la cantidad de litros de alcohol que se destilan por las venas de los cuatro protagonistas, durante todo el metraje.

No parecen cansarse de empinar el codo, a la vez que ir desnudando sus miedos, ansias y deseos.

De corte teatral, sin apenas cambio de escenario, con solo cuatro intérpretes, nos encontramos con una batalla dialéctica, que ocupa la totalidad de un metraje, que no da respiro al espectador durante (las algo excesivas) dos horas de duración.

Hay que destacar la espectacular química entre Burton y Taylor (no en vano, por aquella época eran pareja en la vida real, aunque por supuesto no hay que dar por sentado dicha premisa).

Es fácil alabar la labor de la pareja rotagonista, no lo es sin embargo darles réplica y eso lo hacen muy bien los dos medidos secundarios, un inocente George Segal, más malicioso de lo que se hacía prever en los compases iniciales, y su mujer, la lela y manipuladora Sandy Dennis.


La parte más débil, a mi parecer, son las actitudes por momentos poco creíbles de los personajes, algunas algo exageradas, y otras tal vez forzadas; pero todo dentro de un marco de drama psicológico muy bien armado.

La película no se decide, me parece, entre si la actitud de los personajes es propia de un circo o es más bien la cruda y nocturna realidad de un matrimonio frustrado de mediana edad, enfrentado a las pretensiones de un matrimonio joven, uno y otro puestos delante del espejo del tiempo, de lo que fueron a lo que serán, y al revés.


Hay un abismo en la película entre el esperpento y una razón discursiva, que hace que los personajes se expliquen.

El mismo que existe entre ficción y realidad dentro del matrimonio, y creo que la película naufraga un poco en este abismo que separa un formato del otro, no quedándose en ninguno.

Película esgarradora en todo su desarrollo, por mostrarnos al ser humano desvestido de prejuicios y enseñarnos la realidad con todas sus alegrías y desgracias.

Queda claro que no estamos ante un largometraje especialmente dulce o de fácil digestión, pero su fascinante, incómodo y asfixiante discurso hace que valga, y mucho, la pena.





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