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Perdición (1944): La Perversidad Hecha Mujer


Basada en una novela de James M. Cain, el especialista en el hard-boiled (novela negra americana), que a su vez se basa en un hecho real acaecido en Queens-Nueva York a finales en 1927; “Perdición”, nos invita a sumergirnos en una peculiar historia en la que amor, traición y avaricia se dan la mano.

La historia arranca con un hombre, Walter Neff (Fred Macmurray), entrando a altas horas de la noche al despacho de unas grandes oficinas, mientras se desangra. Tras coger un dictáfono, comienza a grabar una confesión, entonces se produce un flash-back y nos trasladamos al pasado.

Es aquí cuando nos enteramos de que Walter es un vendedor de seguros que conoce a la mujer de un cliente, Phyllis Dietrichson (Barbara Stamwyck), femme-fatale icono, una bella rubia manipuladora.

Entre los dos saltaran chispas de lujuria, derivando en un plan para asegurar la vida del esposo sin que este lo sepa y posteriormente asesinarlo, para conseguir doble indemnización.

El problema vendrá por parte del jefe de Walter, Barton Keyes (Edward G. Robinson), un implacable investigador de estafas al seguro; un tipo que presume de tener un enanito en el cerebro que le guía (graciosa metáfora de la mosca tras la oreja).

El director Billy Wilder rompió reglas de la cinematografía con esta película en su momento; creando a la “Mujer Fatal” por antonomasia, y al ingenuo y a la vez (aunque parezca paradójico) avispado protagonista; un perdedor que decide dar el paso fatal de infringir la ley.

Además incluye detalles innovadores para la época, como por ejemplo, el que un moribundo cuente su propia historia.

Esto último suponía un riesgo para el público al restar misterio al film; pero lo que pretendía y alcanzó es que nos centráramos en los protagonistas y su sordidez, su frialdad y en la evolución que despliegan. Lo que importa no es el qué, sino el cómo.

Podríamos clasificarla como película de suspense; ya que al igual que las películas de Hitchcock, se tratarán asesinatos para poder obtener la respuesta que buscamos; creando angustia en los personajes, y a la vez en el espectador.

El guión detalla como planear un crimen. El protagonista piensa en todos los pasos y cada cosa que debe hacer para lograr a la mujer que desea y el dinero de la indemnización, sin dejar pasar nada.

Indudablemente hoy por hoy, la planificación del asesinato tendría varios errores; ya que los avances científicos y tecnológicos destruirían fácilmente el plan.

Con respecto a las actuaciones, Edward G. Robinson está genial, al igual que en otras muchas películas. Sin ser el protagonista principal, consigue atraer para sí gran parte de la atención, de forma natural.

Me parece muy convincente también MacMurray, no está entre mis preferidos, ni le considero una estrella, pero aquí encaja su papel de ingenuo, cínico, atractivo y aventurero.

La que no acabo de ver en el papel, de mujer fatal, es a Barbara Stanwyck. Me consta que es una actriz sobrada de talento; pero para creerse que a la primera de cambio, nada más verla, un hombre puede perder la cabeza de esa manera por ella, es necesario ser algo más poderosa visualmente.


De obligada visión para cualquiera que se sienta atraído por el cine negro, ya que además esta cinta, estableció muchos cánones del mismo género que conocemos en la actualidad  y fueron copiados. Lo que también se conoce como el género del thriller.

Se ha evolucionado mucho en técnica, en capacidad interpretativa, las historias piden más complejidad...
Sin embargo, por mucho que los avances técnicos hayan conseguido que las películas del pasado parezcan lo más falso del mundo, hay algo que no se puede copiar.

Llámese talento, imaginación, capacidad... eso se tiene o no se tiene, y eso ni siquiera se puede aprender, solo puede uno maravillarse de que lo que está viendo es algo especial e importante. Y eso es lo que es esta película.


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