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El Rey Pescador (1991): Visión Psicotrópica de la búsqueda del Grial


Un film con una premisa que promete mucho, termina con una búsqueda de un preciado objeto, todo esto entre la locura y la obtención de redención, sazonado con un reparto protagónico de lujo. 

Una de esas películas que cuando la ves te llena de curiosidad y te sorprende, con ese toque del aclamado director Terry Gilliam, que a unos les gusta y a otros no tanto.

Jack Lucas (Jeff Bridges) es un popular locutor radiofónico que despierta cada mañana a los dormidos habitantes de Nueva York, con los comentarios soeces y desvergonzados que escupe a los que le llaman siempre, hablándole de unos problemas que a él no le incumben.

Pero cuando sucede una tragedia en un momento en que su carrera profesional puede alcanzar el estrellato a la Televisión, Jack desaparece misteriosamente achacado por los remordimientos y el sentimiento de culpa.

Unos años después trabaja para Anne (Mercedes Ruehl, todo un descubrimiento para mi), la propietaria de un videoclub con la que mantiene una desinteresada relación. 

Pero Jack aprovecha sus momentos de soledad vagando por las calles de Nueva York y guiado por la bebida.

En una de sus juergas nocturnas conocerá al excéntrico vagabundo Parry (Robin Williams), un tipo extraño atrapado por la obsesión de encontrar el Santo Grial.

Él está convencido que está en la casa de algún millonario de la ciudad; y además en sus largos paseos por la ciudad se ha enamorado de Lydia (Amanda Plummer), una desilusionada funcionaria que no ha tenido suerte en su vida sentimental.

En “El rey pescador”, Terry Gilliam es fiel a su particular mundo cinematográfico, aunque se muestre algo "más comedido" que de costumbre.

Lo que nos propone el director, es una especie de fábula sobre el amor y la búsqueda de tu propio destino, con ayuda de unos personajes estrambóticos y un estilo cinematográfico, sin duda personal, pero (para mi gusto) demasiado superficial, con una impronta inconfundiblemente moderna.

Yo en ningún caso lo llamaría «excesivo»; sí, en cambio, «llamativo», que es mucho peor: llama la atención, pero no por belleza, elegancia o creatividad, sino simplemente por sus rarezas que bien pueden ser aciertos, como graves errores. 

Por poner sólo un ejemplo, el desvío amoroso que toma la trama, no juega mucho en su favor.

Sin embargo, consigue dos grandes aciertos: por un lado la solvente interpretación de Jeff Bridges, pero sobre todo la interpretación de Robin Williams y las buenas dosis de humor, ilógico e incomprensible a veces, pero de carcajada limpia. 
Aquí está más histriónico que nunca (aunque justificadamente), y no atosiga en exceso.

Una historia que juega con los hilos del destino y la fe, que se resume en una bella fábula sobre lo necesario de la amistad y de las segundas oportunidades.

"El rey pescador" es sin lugar a dudas una película excesiva, pero deslumbrante, que crea un mundo inquietante y drogado, con una atmósfera propia de un soñador resacoso, pero que sorprendentemente ha llegado a cautivar a más de uno (me incluyo).

No es la mejor película de Terry Gilliam, pero tampoco, ni mucho menos, la peor.




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