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Los Cazafantasmas (1984): Ectoplasmática





Nueva York, tradicional emplazamiento para todo tipo de desgracias colectivas, sufre una masiva oleada de apariciones espectrales. Eso hace que un grupo de parasicólogos monten un chiringuito de caza y captura de seres del más allá. 


Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis y Ernie Hudson son los cuatro cazafantasmas que se dedican a limpiar Nueva York de una plaga de ectoplasmas. Su arriesgado negocio prospera por la multitud de desordenes que causan los fantasmas en toda la ciudad.

Sin embargo, sanidad no se fía y ante la sospecha de que su actividad pueda ser peligrosa, decide clausurarles la empresa desconectando las máquinas que encierran a los espectros. Esto provocará el caos.

 

Gran comedia de ciencia ficción, con todos los ingredientes para convertirse en lo que es más de 25 años después: una máquina de entretener y de hacer reír basándose en seres, que hasta el momento, habían llenado minutos y minutos de pantalla justamente para lo contrario: para dar miedo, consiguiéndolo en ocasiones y no tanto en otras.

Se trata de una película que, sin muchas pretensiones, cumple lo que promete: abundantes dosis de humor. La trama es demasiado simple pero se compensa con grandes escenas en ocasiones desternillantes.


La idea era original y su planteamiento encajaba a la perfección en aquella década donde el cine gozaba de una inocencia donde todo estaba permitido. 

Un trabajo muy bueno en FX (como olvidar la escena de Stay Puft, el muñequito de los Marshmallows) y en decoración artística, donde a pesar de estar presente el humor en todo momento también había ciertos momentos inquietantes.

Nadie ha sido capaz de descifrar por qué nos gustaba a todos, cuando la mitad de cosas que decían ni se les entendían (su lenguaje ectoplásmico era para crear un diccionario propio).

Tal vez por su pegadiza canción, porque el reparto reunía a los mejores cómicos de aquel entonces (las excentricidades de Bill Murray le venían perfectas a su papel) junto a Sigourney Weaver (radiante y sensual, entonces actriz de moda).


Reconozco que está la nostalgia de por medio pero que narices, la película se deja ver de principio a fin con una sonrisa en los labios hasta el final de los títulos de crédito.

Los cazafantasmas es, sencillamente, un producto obligado para los niños que teniendo ya pelos de más, necesitamos evocar una época en la que disfrutábamos viendo este tipo de películas al abrigo de los nuestros y sonreíamos sin querer.

Porque tras ver tantas películas de hoy en las que el director tan solo busca el morbo barato, la arcada gratuita y la mala leche edulcorada o bien la recaudación masiva de forma deleznable, mostrando básicamente a las caras bonitas del Hollywood actual; uno no puede sino agradecer una película así.

Donde las buenas intenciones y el amable concepto del entretenimiento emanaba por todos sus poros.



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