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La Extraña Pareja (1968): Matrimonio Y Divorcio a la americana


¿Quién no ha pensado que compartir piso con un amigo es una gran idea?
La extraña pareja nos muestra que, a veces, no es una ocurrencia tan inteligente... Partiendo de esa sencilla trama se construye una de las comedias más divertidas que soy capaz de recordar.

Basada en la pieza teatral "The Odd Couple", del dramaturgo Neil Simons y estrenada en el año 1965 de la mano del insigne Mike Nichols, La pareja que protagoniza esta comedia recuerda desternillantemente a un matrimonio típico con la salvedad de que ambos son hombres, han roto con sus esposas y se han sumado al club de los nuevos solteros.

Al no soportar la soledad, se avienen a compartir el espacioso apartamento de Oscar (Walter Matthau), cuando éste ofrece alojamiento al deprimido y potencial suicida Felix (Jack Lemmon), su amigo de las partidas de póker de los viernes.

En mi opinión el guión es muy actual, ya que imaginar en los años 60 una pareja de dos hombres divorciados independientes viviendo juntos debería ser totalmente irreal.

Se pueden apreciar situaciones llenas de una gran comicidad debido a que están producidas por dos hombres y no un matrimonio, lo que origina cierto paralelismo con una relación gay.

Ambos han salido traumáticamente de sus vidas conyugales para ahora iniciar algo muy semejante a vivir de nuevo en pareja: roces, las manías del otro que tanto irritan, discusiones continuas, y la situación se va volviendo insostenible. Los dos son una calamidad, cada uno por su lado y a su manera.

Tanto uno como otro llevan a cabo una verdadera guerra con su entorno sin querer, aunque lo cierto es que no hay maldad en ninguno de ellos, Se quieren, aunque no se soportan, aprenden uno del otro, aunque jamás lo reconocerían, y meses de convivencia los van convirtiendo en aquello que sus exmujeres hubieran deseado.

Aunque hay que tener en cuenta el brillante guión, la dirección más que correcta y la pegadiza banda sonora; hay que reconocer el mérito a quién de verdad lo merece: Jack Lemmon como Felix, un maniático perfeccionista que es capaz de inspirarnos una enorme lástima o unas ganas irrefrenables de querer estrangularle sin apenas despeinarse.

Y por otro lado tenemos a Walter Matthau (Oscar), en un papel que parece creado para él (aunque no lo fuera), interpretando al típico colega despreocupado, sucio y mujeriego; genial para echar la timba semanal de póker, pero desastroso como compañero de piso.

La película aunque en líneas generales entretenida, decae en su cadencia narrativa rompiendo el prometedor discurso inicial que se elucubraba en las primeras tomas, hasta convertirse en una muy buena película sin más...

Lo que de verdad tiene mérito es el proceso psicológico en el que Oscar y Felix entran, sin que ninguno se de verdaderamente cuenta. Y no deja de ser curioso.
El fallo es que esa evolución que se espera de las dos personalidades no está del todo bien reflejado, y por eso se queda en un planteamiento interesante, pero no desarrollado con profundidad.

Una comedia bastante ácida y sarcástica, realizando una burlesca reflexión sobre nuestro estilo de vida actual, el fracaso del “sí, quiero” y la crisis del recién divorciado.






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