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Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú (1964): La Paranoia de la guerra fría.

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 Década de los 60. Guerra fría. ¿Qué pasaría si accidentalmente se ordenase un ataque nuclear sobre Rusia? Se supone que esa orden tan solo está al alcance del presidente estadounidense, sin embargo un demente general se las apaña para hacerlo de manera que sea prácticamente imposible parar la orden del ataque, debido a un sistema de aislamiento en la comunicación con los bombarderos.

Por un lado su ayudante intenta conseguir el código para parar la hecatombe y por otro el presidente avisa a los rusos de lo que se les viene encima. Para colmo un ataque a cualquier punto vital soviético desencadenará una respuesta de éstos con la bomba definitiva, que expondrá a la humanidad a su total aniquilación.

Partiendo de una idea escandalosa, en el mejor de los sentidos, se desarrolla una trama completamente inverosímil pero no por ello menos real, conducida de forma óptima por el director Stanley Kubrick. Muchas de sus escenas y personajes son, simplemente, memorables. 

El meollo de la sátira está en unos militares enloquecidos, unos políticos incapaces y un científico ortopédico, todos ellos americanos.


La comedia antibelicista era la única manera de abordar este asunto por el simple hecho de que las dos superpotencias más grandes del planeta no podían entrar de lleno en una guerra nuclear si querían sobrevivir.

El film destaca por las actuaciones de sus estrellas esterales, en especial Peter Sellers, con un triple papel (presidente de los Estados Unidos, capitan Mandrake y Dr. Strangelove). Inolvidable resulta su personaje de Dr. Strangelove, un asesor presidencial parapléjico que no puede controlar su brazo derecho y con un sentimiento nazista.

Los desternillantes diálogos encierran una ácida crítica a la vergonzosa situación que mantuvo en vilo a todo el plantea durante más de cuatro décadas. 

La película es muy crítica respecto de los militares estadounidenses, y nos revela lo que casi ocurría con el Mundo si un militar yankee se volvía más loco de lo que estaba, además se ridiculiza tanto el frente soviético como el americano; ambos no pueden escapar de las garras del ridículo.


Pienso que lo más valorable es el tratamiento de una situación seria con connotaciones catastróficas abordada desde el humor negro y la sátira. 

Ello combina muy bien en el filme y por lo tanto a medida que nos adentramos en él, vemos cómo esos elementos se combinan muy bien para dar lugar a un filme con contenido serio pero con condimentos humorísticos.

El humor y la comicidad del film no se debe tanto por el trágico y brutal desarrollo de los acontecimientos, sino por la descripción caricaturesca y exagerada de los personajes.

Como puntos negativos, si bien las interpretaciones y la realización destacan, la historia, el guión y su desarrollo no me convencieron en absoluto. 

El histrionismo de los personajes, que muchos tildarán de "genial", se convierte en redundante, y la repetitiva caricatura del conflicto nuclear es demasiado... ¿obvia?


Una buena propuesta donde el director nos quiere hacer reflexionar de manera amena sobre un peligro del cual creo que no estaremos exentos nunca: el estallido de una catastrófica guerra atómica. 

Tema que daba miedo en esa época, aunque Kubrick quiso aplacar los miedos de un verdadero desastre y al parecer lo consiguió.


De todos modos, pienso que estamos ante un tema atemporal, o alguien puede decirme que no existe esa posibilidad?.




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