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El Expreso de Medianoche (1978): La Lucha por la Vida



Película basada en la historia verídica (convertida posteriormente en libro por su protagonista) de Billy Hayes (interpretado por Brad Davis), un estadounidense arrestado en el aeropuerto de Estambul al tratar de regresar a casa con varios paquetes de droga pegados a su cuerpo, por lo que es condenado a 4 años en la prisión de Estambul.

Una vez allí, el joven descubre atónito la inmundicia del lugar, las injusticias y las dificultades para poder salir de su complicada situación, tanto por la vía legal como por métodos menos ortodoxos. Además recibirá terribles maltratos y castigos, que le ocasionarán trastornos físicos y mentales. Pero también conocerá la camaradería de la mano de dos compañeros: Jimmy (Randy Quaid) y Max (John Hurt).

Magistralmente narrado por el director Alan Parker y con un excelente guión basado en las experiencias del verdadero William Hayes en una cárcel de Turquía. Desde que la historia se introduce en la prisión, se muestra un ambiente lúgubre, grotesco y desagradable, contagiando al espectador la sensación de crudeza y derrota que cualquier persona experimentaría al encontrarse en tal situación.

Me encantó en su momento; creo que es una de las películas que más me ha impresionado y emocionado. Aunque no la he vuelto a ver recientemente escribo esto para reivindicarla, pues recuerdo que muchos críticos la menospreciaban por "pro-yanki", y políticamente tendenciosa. 

Ahora bien, seguramente esos mismos críticos "progres" la encontrarían maravillosa si el protagonista fuera un pobre turco pasándolas canutas en alguna cruel cárcel norteamericana tipo Guantánamo, por ejemplo.

Yo, por momentos, llegue a pasarlo realmente mal, y es que sobrecoge ver como un ser humano puede llegar a pasar por tal infierno, hace que desees desesperadamente que esta persona pueda lograr escapar de cualquier forma posible y poder gritar ¡soy libre! Sin temor alguno.

Ciertamente, la película presenta escenas memorables (todo el principio y el final de la historia), pero luego tiene bajones fáciles de detectar, especialmente cuando menos te lo esperas, y otras tantas secuencias que no acaban de
resultar.

Si la historia es dura e impactante en si misma, Alan Parker se encarga de hacerla mucho más impactante que dura. No porque exagere lo que cuenta, sino porque a veces se desmadra en como lo cuenta. Se puede decir que el director entra en esa prisión turca ofreciéndonos la visión más sensacionalista posible del drama. Pero esta vez tiene suerte, ya que la historia tiene tanta fuerza por si misma, que es imposible no mantenerse atento a todo lo que sucede en la pantalla.

Aunque hay momentos en que se critica la pasiva influencia de la Administración Nixon (en los setenta no compartía migas con los turcos), el defecto principal que tiene la cinta es que es terriblemente anti-turca. Se ceba en demasía con los Otomanos, pues todos son villanos de la peor calaña, desde presos, carceleros, abogados, y demás paisanos. 

No me extraña que la película todavía siga prohibida en Turquía y que su rodaje se tuviera que hacer en la vecina Grecia.

El protagonista, Brad Davis, esta en su línea (es un actor que tampoco se prodigó en exceso), aunque hay que reconocer que pese al esfuerzo que hace, no era un actor especialmente bueno. John Hurt consigue destacar en lado interpretativo con su dramático personaje.

No querría acabar sin mencionar su banda sonora, la cual es capaz de intercalar piezas de corte clásico (interpretadas con violines y piano) con temas más eclécticos (casi psicodélicos), sin dejar de resultar interesante. La música de Moroder envuelve ese mundo de almas perdidas, que luchan por sobrevivir en medio de la crueldad y la opresión que les rodea.

Esta película nos muestra la más mínima expresión a la que puede quedar reducido un ser humano, en lo moral, lo físico, y racional, al perder su libertad siendo un extranjero, viéndose en la cárcel una sociedad anárquica, donde se cumple los postulados de Darwin….finalmente una sociedad como en la que vivimos, donde se expresa la lucha de poderes, donde no se tolera la diferencia.

En esta triste historia hay cabida para el maltrato, la tortura, la violación, la homosexualidad, la locura y toda clase posible de violencia. Por ello no gustó ni gustará a todos, pero ofrece un apasionante ejemplo de la lucha por la vida y de las virtudes cinematográficas. Sólo por eso es necesario verla.





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